Paujil nocturno, el ave que escapó de la noche

 

Durante casi 200 años, los biólogos creyeron que el paujil nocturno, alguna vez llamado ‘la más difícil de observar de todas las aves sudamericanas’, limitaba su actividad a la noche. Ahora, gracias a la tecnología, y a una investigación con datos de 16 años, un grupo de científicos tumbó un paradigma de la ornitología amazónica

Por: Nicolás Bustamante Hernández*

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Las noches en el Amazonas son un escenario lleno de misterio y fascinación. Allí, en medio de la incertidumbre que generan una gran diversidad de criaturas que acechan en la oscuridad, un sonido sobresale como un profundo ahogo, entre el concierto que emiten los insectos, aves y mamíferos de estos bosques tropicales. Es un ruido gutural, proveniente de la misma garganta de la jungla, que se escucha únicamente desde que se oculta el sol hasta que vuelve a asomarse sobre el horizonte.

Los bosques nublados tropicales y el cambio climático: el agua está en riesgo 

Por: Catalina Orejuela*

Cuando se habla del Cambio climático, generalmente se piensa en escenarios futuros y lejanos donde se proyecta que las temperaturas van a ser más altas y las inundaciones más frecuentes, sobre todo en las zonas templadas del planeta [1]. No se discute mucho sobre la diferencia de los impactos entre las zonas templadas y la zona tropical, ni de la alta vulnerabilidad de los ecosistemas tropicales [2].

Aunque el cambio climático es considerado la principal amenaza de la permanencia de los ecosistemas [3], es una amenaza que está muy lejana de ser una preocupación cotidiana. Es un problema latente con varias causas y propulsores que, a los ojos de la población, no está en sus manos la solución sino en los científicos. De manera optimista, se espera que la ciencia desarrolle un antídoto contra el cambio climático y el calentamiento global y de algún modo, casi mágico, las amenazas sean derribadas.  

Por otra parte, la responsabilidad compartida de la emisión de gases de efecto invernadero por las actividades humanas a partir de la Revolución Industrial, ha permitido eludir la responsabilidad individual de estas emisiones [4]. La resistencia al cambio en políticas y hábitos personales que promuevan acciones individuales para mitigar el calentamiento global han sido un limitante para la disminución de la emisión de estos gases.

Aunque desde hace décadas algunos gobiernos se han comprometido en establecer políticas que busquen disminuir el impacto ambiental de las grandes empresas, el comportamiento y los hábitos de consumo individuales, han venido aumentando su participación en la emisión de estos gases y otros contaminantes, como el plástico [5]. 

La acumulación de gases invernadero producto de la actividad humana. Pone en riesgo la continuidad de los ciclos naturales, pues la acumulación anormal de gases en la atmósfera impide la salida de energía térmica del planeta, lo que genera el calentamiento global [6]. Entre 1970 y 2004 las emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron un 70%.

Se espera que aumenten entre un 25 a un 90% entre el 2000 y 2030 a pesar de los esfuerzos para mitigar estas emisiones [7]. Las proyecciones del reporte de El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) en el 2021, estiman que el calentamiento global proyectado de 1.5° C y 2° C será superado en el 2050, a menos que haya una reducción drástica de las emisiones de estos gases [8].

Cada vez son más evidentes y preocupantes las consecuencias de esto, entre ellas los cambios en las temperaturas extremas y regímenes de lluvias, entre otros. Por ello, el IPCC del 2021 sugiere que los estudios sobre las respuestas fisiológicas de animales y plantas a aumentos de temperatura mayores a 3° C son cada vez más necesarios [8]. 

No solo la magnitud de los efectos del cambio climático que estamos experimentando tiene diferentes impactos en la zona tropical y en las zonas templadas, sino que es diferente la vulnerabilidad de los ecosistemas y la biodiversidad en las zonas tropicales. Las condiciones climáticas en el trópico son más estables a lo largo del año que en las otras latitudes y la variedad de condiciones climáticas está principalmente modulada por la elevación y no por la estacionalidad a lo largo del año. Por ello, son más sensibles a efectos de menor magnitud.

Se espera que hacia el 2100 la temperatura aumente hasta 6° en las zonas templadas y 3° en la región tropical. A pesar de que se espera un aumento más pequeño en la región tropical, las especies de esta región tienen rangos de tolerancia menor [9]. ¿Y esto por qué es relevante?, porque en el trópico están más de la mitad de las especies del planeta. Es decir, en la región más vulnerable y menos tolerante a los cambios climáticos en el planeta, se encuentra la mayor parte de la biodiversidad [10].

Esta biodiversidad se encuentra en los bosques tropicales principalmente, los cuales están altamente amenazados. Los bosques tropicales ocupan al rededor del 10% de la superficie terrestre [11]. A pesar de que hay bosques tropicales en África y Asía, los bosques tropicales del Neotrópico corresponden a más del 50% de los bosques tropicales globales. 

La historia geológica de estos ecosistemas americanos es diferente a la de los otros bosques tropicales. El aislamiento de Norteamérica y Suramérica, y su posterior unión hace aproximadamente trece millones de años con la formación del istmo de Panamá durante el Plioceno [12]. Sumado al levantamiento de los Andes que generó la variedad de pisos térmicos en Suramérica, se tradujo en que la diversidad de estos ecosistemas y su biodiversidad que es notoriamente mayor que la de otros continentes.

Los Andes tropicales están considerados como el primer hotspot de biodiversidad del mundo, debido a su riqueza y altos niveles de endemismo. En el segundo lugar está Mesoamérica, que comprende desde México meridional hasta el norte de Colombia [13]. Algo importante de mencionar, es que las zonas consideradas como hotspot son áreas donde la diversidad y el endemismo de fauna, pero también de flora, son altísimos. Las plantas son agentes esenciales en el ciclo hídrico y del carbono.

También son fundamentales para las dinámicas de los ecosistemas. La riqueza vegetal que compone estos bosques contribuye a la variedad de servicios ecosistémicos que prestan. Sin embargo, existe una diversidad de bosques tropicales, los bosques de tierras altas, que suelen tener unas tasas de pérdida superiores a los bosques de tierras bajas. Es probable que el 90% de los bosques nublados ya se hayan perdido [14]. Los bosques nublados, bosques de niebla o bosque nubosos, se ubican en la Cordillera de los Andes en elevaciones entre 2000 y 3000 m.s.n.m., aunque en las regiones subtropicales, es posible encontrarlos en elevaciones más bajas [15]. 

El bosque nublado tropical se caracteriza por la presencia permanente de nubes y neblina. Además de una muy baja tasa de evapotranspiración, lo que define su alta biodiversidad y permite que actúe como un captador de agua [16]. Se calcula que solo el 2.5% de los bosques tropicales son bosques nublados y estos están altamente amenazados. En Colombia, los bosques tropicales cubrían en el 2018 cerca de 58 633.631 hectáreas, según la WWF [17].

Para dar una idea, los bosques nublados representan el 5% de la superficie de las selvas amazónicas, sin embargo, albergan una cantidad similar de plantas. Ahora, respecto a las hepáticas y los musgos, los bosques nublados albergan al rededor del 80-90% de estas plantas en Colombia, mientras que la selva amazónica colombiana alberga el 10% de ellas [18]. Las plantas epífitas (e.g. musgos, bromelias y orquídeas, etc.) necesitan una muy alta humedad relativa, por esto, estos bosques nublados presentan las condiciones ideales para su presencia y abundancia.

Se proyecta en la región tropical una pérdida de por lo menos el 30% de plantas epífitas en los ecosistemas tropicales. La pérdida de estas plantas se traduce en una disminución en la eficiencia de captura de agua en los ecosistemas tropicales, pues estas plantas tienen un efecto de esponja que en la época húmeda capturan agua, disminuyendo la probabilidad de erosión del suelo, mientras que en la época seca liberan agua, mitigando el impacto de la sequía para los organismos asociados a estas plantas. 

 Dada la particularidad de las condiciones abióticas para la persistencia de este ecosistema: presencia de nubes y neblina constante, es un ecosistema altamente vulnerable al cambio climático. Se piensa que, con los cambios proyectados, la altura de la línea de formación de las nubes suba y de esta manera estos bosques no podrían interceptar las nubes ni la neblina y serían incapaces de capturar el agua y entonces dejarían de ser la tan importante fuente hídrica que son hoy en día. De esta manera, el nacimiento y el caudal de los ríos que se producen a estas condiciones, se verían altamente afectados, junto con la biodiversidad dependiente. Esto haría que la continuidad de este ecosistema y la persistencia de los servicios ecosistémicos que presta se vean altamente comprometidos [19-20].  

Otra de las amenazas que tienen los ecosistemas tropicales es la deforestación, que ocurre por la tala de árboles para la explotación de madera y por el cambio en el uso del suelo para ganadería y/o agricultura. Por ello, aumenta la fragmentación de estos ecosistemas, volviéndolos cada vez más susceptibles a las amenazas [18]. La deforestación a su vez es un gran problema no solo por la destrucción de hábitat de especies nativas y muchas endémicas, sino por la disminución de la captura de CO2, ya que la principal fuente de captación de este gas son los bosques tropicales. En consecuencia, aproximadamente un tercio de las emisiones de carbono emitidas a la atmósfera son producto de la falta de captura de este gas por parte de los bosques tropicales, debió a su destrucción [21]. 

Por lo anterior, la conservación y el estudio de los bosques tropicales son fundamentales para mitigar los efectos del cambio climático y prevenir las posibles transformaciones que se avecinen en estos ecosistemas como consecuencia de ellos. Gran parte de la riqueza de la biodiversidad de la Tierra depende de la perdurabilidad de estos ecosistemas. Si bien ha habido un importante trabajo y esfuerzo respecto a la conservación de los bosques de tierras bajas, aún el trabajo no es suficiente respecto a los bosques en zonas más altas.

Los bosques de tierras altas son poco conocidos aún [22], y además poco socializados como ecosistemas relevantes con altas tasas de biodiversidad en comparación a los bosques de tierras bajas. Es crucial tomar conciencia que los bosques nublados son una de las principales fuentes de agua de nuestro país y albergan una biodiversidad única en comparación a los bosques de tierras bajas como el Amazonas. Urge ahondar en el estudio de los bosques de tierras altas para proveer información valiosa para su conservación y poder predecir con mayor certeza las consecuencias sobre este ecosistema y su biodiversidad a causa del calentamiento global.  

¿Y tú, qué estás haciendo para reducir el calentamiento global? 

Catalina Orejuela*

Gestora de Proyectos Académicos 

Departamento de Ciencias Biológicas

Universidad de los Andes

 

Referencias 

[1] Eccles R, Zhang H, Hamilton D. A review of the effects of climate change on riverine flooding in subtropical and tropical regions. Journal of Water and Climate Change 2019; 10(4): 687-707. 

[2] Raven P, Gereau R, Phillipson P, Chatelain C, Jenkins C, Ulloa C. The distribution of biodiversity richness in the tropics. Science Advances 2020; 6(37);  eabc6228.  

[3] Thomas C, Cameron A, Green R, Bakkenes M, Beaumont L, Collingham Y, Williams S. Extinction risk from climate change. Nature 2004; 427(6970): 145-148. 

[4] Kent J. Individualized responsibility and climate change:'If climate protection becomes everyone's responsibility, does it end up being no-one's?'. Cosmopolitan Civil Societies: An Interdisciplinary Journal 2009; 1(3): 132-149. 

[5] Stern P. Understanding individuals' environmentally significant behavior. Envtl. L. Rep. News & Analysis 2005; 35: 10785.  

[6] Ritchie, H, Roser M.. CO₂ and greenhouse gas emissions. Our World in Data; 2020  

[7] IPCC. Summary for Policymakers. In: Solomon S, Qin D, Manning M, Chen Z,  Marquis Z,  Averyt K, Tignor M, Miller H. Climate Change 2007: The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Fourth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. Cambridge University Press; 2007. 

[8] IPCC. Summary for Policymakers. In: Masson- Delmotte V. Zhai P, Pirani A,  Connors S, Péan C, Berger S, Caud N, Chen Y, Goldfarb L, Gomis M, Huang M, Leitzell K, Lonnoy E, Matthews J, Maycock T, Waterfield T, Yelekçi O, Yu R,  Zhou B. Climate Change 2021: The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. Cambridge University Press; 2021. 

[9] Müller L, Albach D, Zotz G. ‘Are 3° C too much?’: thermal niche breadth in Bromeliaceae and global warming. Journal of Ecology 2017; 105(2): 507-516. 

[10] Canale G, Peres C, Guidorizzi C, Gatto C, Kierulff M. Pervasive Defaunation of Forest Remnants in a Tropical Biodiversity Hotspot. PLoS ONE 2012; 7(8): e41671.  

[11] Cayuela L, Granzow-de la Cerda I. Biodiversity and conservation of neotropical forests. Ecosistemas 2012; 21(1/2): 1-5. 

[12] Montes C, Cardona A, Jaramillo C, Pardo A, Silva J, Valencia V, Niño H. Middle Miocene closure of the Central American seaway. Science 2015; 348(6231): 226-229. 

[13] Olguín-Monroy H, Gutiérrez-Blando C, Ríos-Muñoz C, León-Paniagua L, Navarro-Sigüenza A. Regionalización biogeográfica de la mastofauna de los bosques tropicales perennifolios de Mesoamérica. Revista de Biología Tropical 2013; 61(2): 937-969.  

[14] Hamilton L, Juvik J, Scatena F. The Puerto Rico tropical cloud forest symposium: introduction and workshop synthesis. In Tropical montane cloud forests 1995; 1-18. 

[15] Kappelle M, Brown, A. Bosques Nublados del Neotrópico. Santo Domingo de Heredia, Costa Rica. Instituto Nacional de la Biodiversidad; 2001 

[16] Bubb P, May I, Miles L, Sayer J. Cloud Forest Agenda. UNEP-WCMC, Cambridge; 2004 

[17] WWF. Glosario ambiental: ¿Qué son los bosques tropicales? [online] Fondo Mundial para la Naturaleza; 2018  

[18] Henderson A, Churchill S, Luteyn J. Neotropical plant diversity. Nature 1991; 351(6321): 21-22. 

[19] Fehse J, Hofstede R, Aguirre N, Paladines C, Kooijman A., Sevink J. High altitude tropical secondary forests: a competitive carbon sink?. Forest Ecology and Management 2002; 163(1-3): 9-25.. 

[20] Helmer E, Gerson E, Baggett L, Bird B, Ruzycki S, Voggesser S. Neotropical cloud forests and páramo to contract and dry from declines in cloud immersion and frost. PloS one 2019; 14(4): e0213155. 

[21] Houghton R. Tropical deforestation and atmospheric carbon dioxide. In Myers, N Tropical forests and climate Kluwer Academic Publishers 1992.  

[22] Bruijnzeel L, Proctor J. Hydrology and biogeochemistry of tropical montane cloud forests: what do we really know?. In Hamilton L, Juvik J, Scatena F. Tropical montane cloud forests  Springer Science & Business Media; 2012. 

 

 

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