Mil voces de las pesquerías artesanales, desde Colombia a Timor Oriental

E

s una noche sin luna. Los pescadores salen de madrugada a empujar sus embarcaciones, varadas en bajamar, al agua. A pesar de que el viento es fresco y constante, el sudor empieza a caer en los ojos por el esfuerzo de remar. En sus pies mojados, la sal arde en las heridas que, por estar constantemente húmedas, no han sanado.

Juliana López-Angarita1, Juan Manuel Díaz2

1 Directora Fundación Talking Oceans, Bogotá, Colombia. Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla. 

2 Gerente científico regional. Fundación Marviva Colombia. Bogotá. Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.

El mar está picado. Indiferente al esfuerzo del remo, la embarcación se rinde a la voluntad del mar. Esta madrugada no pueden lanzar sus redes ni anzuelos, hoy retornan a sus casas con las manos vacías, no habrá pescado frito sobre la mesa. Tendrán que probar suerte mañana. No tienen otra opción.       

Esta escena se repite día tras día en las costas alrededor del mundo donde las personas dependen en gran medida del mar y de la pesca para su subsistencia. Se estima que en el año 2018 aproximadamente 39 millones de personas trabajaban en el sector primario de la pesca, y para la gran mayoría, la pesca es su actividad económica principal [1]. Estas personas son el componente clave de las llamadas pesquerías en pequeña escala o pesquerías artesanales. Aunque no existe una definición general para éstas, se entienden como aquellas que son practicadas por grupos reducidos de personas en una franja limitada de mar, en inmediaciones de su lugar de vivienda o de su comunidad para hacer sus faenas de pesca empleando métodos tradicionales poco tecnológicos, y dependientes intrínsecamente de los recursos locales. A pesar de la importancia de las pesquerías artesanales en la generación de empleo, seguridad alimentaria y erradicación de la pobreza, su valor es generalmente poco apreciado. Lamentablemente, el sector pesquero, principalmente en los países tropicales, está plagado de problemas como la ineficiencia en su manejo, desobediencia de las normas, deficiencia de datos e información e invisibilidad del rol de la mujer. En este artículo describimos brevemente los retos y desafíos en el manejo de las pesquerías artesanales en el trópico, con base en nuestras experiencias en regiones donde hemos llevado a cabo proyectos de investigación.  

El mar está picado. Indiferente al esfuerzo del remo, la embarcación se rinde a la voluntad del mar

 

En el sector pesquero, los esfuerzos globales se enfocan en combatir la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDND) a nivel industrial. Por lo general, tales esfuerzos conllevan presupuestos multimillonarios destinados a la implementación de acuerdos de cooperación internacional, usualmente con grandes implicaciones políticas. A pesar de que las pesquerías artesanales aportan aproximadamente la mitad de la producción global de peces (por captura) y emplean a alrededor del 90% de los pescadores del mundo [2], es la pesca industrial la que acapara la atención global de los gobernantes. Más aún, la pesca artesanal es a menudo considerada dentro de la pesca no declarada y no reglamentada debido a que es una actividad que se realiza por lo general de manera informal. A diferencia de la pesca industrial, la gran mayoría de las capturas obtenidas por los pescadores artesanales no se reportan o se declaran a las autoridades, pues la mayoría de los países tropicales carecen del nivel de gobernanza requerido para gestionar y regular las actividades de pesca a pequeña escala. Por lo tanto, gran parte de las capturas de las pesquerías artesanales no quedan registradas en los sistemas estadísticos pesqueros de los países y no se dispone de información fehaciente y suficiente acerca de qué y cómo capturan y dónde realizan sus faenas las embarcaciones artesanales, como tampoco sobre cómo venden y distribuyen sus productos.   

 

 

Cuando la pesca no se declara o se reporta se pierden oportunidades valiosas para caracterizar y entender la naturaleza de los recursos que se extraen. Ante la ausencia de esa información, resulta imposible regular las actividades extractivas para asegurar su sostenibilidad. Por esta razón, muchas de las iniciativas de gobernanza responsable vienen de las propias comunidades pesqueras. Ejemplo de ello son las comunidades costeras del Pacífico colombiano, para quienes la pesca no solo es su medio de vida y subsistencia, sino que también hace parte de su identidad, herencia y cultura [3]. En 2008, cansados de la destrucción generada por la pesca industrial en sus territorios, un movimiento comunitario liderado por pescadores condujo a la creación de una Zona Exclusiva de Pesca Artesanal (ZEPA) frente a la costa norte del Chocó. La ZEPA consta de regulaciones acordadas entre la autoridad de pesca y las comunidades con el objetivo de mejorar las prácticas pesqueras y lograr la sostenibilidad de los recursos. En 2018 nuestro equipo inició una investigación para determinar los efectos de la ZEPA sobre los recursos pesqueros del norte del Pacífico colombiano, la cual reveló los efectos benéficos de esa figura de manejo para los pescadores, ya que la abundancia de peces se incrementó casi en un 50% en solo 3 años. En contraste, el estudio mostró que en el Golfo de Tribugá, localizado al sur de la ZEPA, las capturas artesanales continuaban disminuyendo ostensiblemente, coincidiendo con el aumento de actividad pesquera industrial en la zona. Gracias a la información recolectada, descubrimos que la ZEPA motivó el desplazamiento de los barcos industriales camaroneros hacia zonas vecinas donde no había regulaciones pesqueras, entre ellas el Golfo de Tribugá [4]. En respuesta a esta situación, pescadores y líderes comunitarios del Golfo de Tribugá, con el apoyo de varias organizaciones, lograron que la Corporación Autónoma del Chocó (Codechocó), declarara el “Distrito Regional de Manejo Integrado Golfo de Tribugá - Cabo Corrientes”, con lo cual se otorgó a la comunidad el control espacial y temporal de la actividad de la flota industrial.    

 En 2015 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura expidió las “Directrices voluntarias para lograr la sostenibilidad de la pesca en pequeña escala”. Estas directrices simbolizan el compromiso internacional para reconocer el valor y la importancia de la pesca artesanal y su contribución a los medios de vida rurales, y a la nutrición y seguridad alimentaria global. A diferencia de la pesca industrial, las pesquerías artesanales benefician a millones de personas en varios niveles. La mayoría de pescadores artesanales son trabajadores independientes informales, que no solo suministran alimento a sus hogares, sino que contribuyen decididamente a la seguridad alimentaria y los medios de vida de millones de personas [2] a través de actividades relacionadas con la pesca, incluyendo el procesamiento, la comercialización y la distribución de pescado. Adicionalmente, la pesca está estrechamente ligada a elementos culturales y tradicionales de las comunidades locales, jugando un rol importante en su historia, cohesión social e identidad; en especial, cuando las personas relacionadas con la pesca son parte de la población vulnerable y marginalizada.

Lamentablemente, muchas actividades tradicionales relacionadas con la pesca no revisten importancia para los gobiernos de ciertos países.  Tal es el caso de Timor Oriental, uno de los países más pobres de mundo, donde grupos de mujeres (en su mayoría) recogen manualmente o valiéndose de un pequeño arpón, los mariscos (cangrejos, almejas, pulpos y pequeños peces) que quedan expuestos cuando baja la marea, depositándolos en canastas que llevan al hombro.  Esta actividad representa una contribución importante a la diversidad alimentaria del hogar y para la salud y el desarrollo de los niños [5]. Aun así, nuestro reciente estudio evidenció que el gobierno de Timor Oriental no considera la recolección manual como actividad relacionada con la pesca, ignorando así su valor y perdiendo la oportunidad de entender sus dinámicas y la verdadera magnitud de su contribución alimentaria, social y económica [6,7] 

Visualizar el valor de las contribuciones de las mujeres en un sector ampliamente dominado por hombres, como lo es la pesca, no es una tarea fácil, pero resulta fundamental para cerrar la brecha de género. A pesar de que el 50% de las personas vinculadas a la pesca artesanal en el mundo son mujeres, su rol como productoras, procesadoras y distribuidoras del pescado es notablemente ignorado en las estadísticas oficiales, las estrategias de manejo y los planes de desarrollo. Así, las políticas globales y nacionales de pesca son en parte responsables de la invisibilización de las mujeres en este sector. En las costas del Pacífico oriental tropical, específicamente en Ecuador, Colombia, Panamá y Costa Rica, la recolección manual de mariscos se especializa en la Anadara tuberculosa, comúnmente conocida como “piangua” (Colombia, Costa Rica), “concha prieta” (Ecuador, Panamá) o “chucheca” (Panamá). Este molusco bivalvo vive enterrado en el fondo lodoso de los manglares y su recolección no es una tarea para cualquiera, ya que se debe transitar descalzo por el inestable y pestilente fango y sumergir en este el brazo para palpar el entorno hasta encontrar alguno. Al igual que en Timor Oriental, esta labor ardua y extenuante es realizada casi exclusivamente por mujeres (“piangüeras”) y representa un aporte esencial en la dieta de las comunidades costeras, además de ser parte integral de su cultura y gastronomía. Durante nuestro trabajo en el Pacífico oriental tropical hemos podido constatar el espíritu implacable, la tenacidad y el carisma de las piangüeras. Contrario al caso de Timor Oriental, las piangüeras han utilizado su labor como plataforma de empoderamiento, lo que ha resultado en iniciativas de manejo que buscan extraer el recurso de manera sostenible, obtener mejores precios por su producto y mejorar así sus condiciones de vida. 

Históricamente el aprovechamiento tradicional de la piangua estuvo centrado en el autoconsumo. Sin embargo, actualmente existe una elevada demanda comercial que ha conducido a que las poblaciones de ese recurso en muchas áreas de la región se encuentren sobreexplotadas y algunas de ellas incluso al borde del colapso [8,9]. Esto significa que las poblaciones de piangua han perdido la capacidad de reponer los individuos que se extraen, o, en otras palabras, que la tasa de extracción supera a la de reproducción de la especie. Desafortunadamente, la sobreexplotación es el denominador común de la mayoría de pesquerías del mundo. A pesar de su pequeña escala, las pesquerías artesanales no están exentas de incurrir en la sobrepesca de los recursos. Entre otras cosas, esto puede ocurrir debido a los espacios reducidos para la pesca, al incremento de la demanda de pescado, al uso de dinamita o de veneno para pescar, a los métodos de pesca no selectivos que accidentalmente capturan especies que no se consumen y a la falta de medidas adecuadas de manejo y deficiencias en la reglamentación. El manejo es una herramienta vital para evitar la sobreexplotación y asegurar la sostenibilidad en el uso de los recursos. Varios estudios han demostrado que el tipo de manejo más efectivo es el co-manejo que nace por iniciativa de las propias comunidades y recibe apoyo del gobierno [10,11]. El co-manejo permite que las voces de los pescadores se escuchen y, de esa forma, que los objetivos de manejo estén informados por su conocimiento tradicional y sus experiencias. Es por esto que iniciativas como la de la ZEPA y la del “Distrito Regional de Manejo Integrado Golfo de Tribugá - Cabo Corrientes” son necesarias tanto para las poblaciones de peces y otros organismos como para las comunidades que dependen de ellos [4]. 

Las voces de los pescadores se desvanecen a medida que el producto de sus faenas viaja por la cadena de comercialización; éstas, por su parte, son complejas y constan de varios intermediarios. En la parte final de la cadena estamos nosotros: los consumidores. Debido a que los productos de mar están entre los alimentos más comercializados globalmente, existen muchas oportunidades para el fraude [12]. Un estudio publicado recientemente por el periódico independiente “The Guardian” concluyó (después de analizar 9.000 muestras de comida de mar en mercados, restaurantes y supermercados en 30 países) que alrededor del 40% de los productos estaban etiquetados erróneamente. Ello pone de manifiesto el fraude a gran escala que existe en el sector a nivel global: usualmente especies de bajo valor o poco apreciadas son etiquetadas con nombres de especies populares. Un ejemplo es el caso de los filetes de tiburón vendidos por corvina, práctica común en Panamá, o los filetes de basa (Pangasius hypophthalmus) por róbalo en Colombia. 

 

Con la disminución drástica de las poblaciones de peces tradicionalmente apreciados en la gastronomía, se ha vuelto una práctica común en muchos restaurantes de la costa del Caribe colombiana la suplantación de identidad del pescado. No es raro, por ejemplo, que al comensal inexperto se le sirva un insípido pez loro que en el menú se anuncia como el tradicional pargo rojo. A pesar de que los peces loro son especies de herbívoras con poco valor comercial, juegan un rol importantísimo para la salud de los arrecifes coralinos, ya que controlan el crecimiento desmesurado de algas que pueden “sofocar” a los corales. La alta demanda de pescado fresco en esa región va de la mano con el incremento del turismo, y por lo general el turista promedio no está en capacidad de discernir la identidad del pescado por su apariencia, textura y sabor. Debido a que la mayoría de los pescadores, vendedores y dueños de restaurantes desconocen la importancia de los peces loro para la salud de los arrecifes, nuestro equipo inició un proyecto que buscaba crear conciencia en torno a esta problemática a través de una campaña educativa. Uno de los componentes de la campaña recurrió al papel central de la música en la cultura de la región para sensibilizar y educar, en marco de lo cual fue lanzada la canción “el pez loro”, interpretada por el maestro Charles King. Sin embargo, a pesar de nuestros esfuerzos y los de otras iniciativas, la pesca y la venta de pez loro continúa. 

 

El caso del pez loro ilustra la complejidad en el manejo de las pesquerías artesanales pues en este interactúan varias dimensiones y sinergias como: el estado de las poblaciones de peces, la situación económica, social y cultural de los pescadores, la cadena de comercialización y las preferencias de los consumidores. Mientras las poblaciones de peces marinos disminuyen, la demanda de comida de mar continúa en aumento. Entre 1961 y 2017 la tasa global de consumo de pescado creció casi el doble de la tasa anual de crecimiento poblacional mundial, siendo la más alta de todos los tipos de proteína animal consumida (incluyendo carnes y productos lácteos) [1]. Esto demuestra la urgente necesidad de dar un manejo adecuado a las pesquerías. Como hemos expuesto en este breve artículo, la pesca artesanal es un sector dinámico y complejo, pero a diferencia de la pesca industrial está gobernado por la singularidad, ya que a cada pescado están atados un pescador y su historia. Nosotros, como consumidores, debemos reconocer esta complejidad y tenemos la responsabilidad de informarnos para tomar mejores decisiones a la hora de consumir productos de mar, y así contribuir a que la pesca artesanal sea más sostenible, inclusiva y que genere bienestar para las personas que dependen de los recursos vivos del mar [13, 14].      

 

 

Referencias bibliográficas

  1. FAO. The State of World Fisheries and Aquaculture 2020. Sustainability in action. Rome: FAO; 2020. doi:10.4060/ca9229en
  2. FAO. Voluntary Guidelines for Securing Sustainable Small-Scale Fisheries in the Context of Food Security and Poverty Eradication. Rome, Italy: FAO; 2015.
  3. Díaz JM, Caro N. El mar como territorio y la pesca como actividad tradicional en el territorio Chocoano. In: Díaz JM, Guillot L, Velandia CM, editors. La pesca artesanal en el norte del Pacífico colombiano: Un horizonte ambivalente. Bogotá: Fundación MarViva; 2016. pp. 29–43.
  4. López-Angarita J, Tilley A, Díaz JM, Hawkins JP, Cagua EF, Roberts CM. Winners and losers in area-based management of a small-scale fishery in the Colombian Pacific. Frontiers in Marine Science. 2018;5: 23.
  5. Kawarazuka N, Béné C. Linking small-scale fisheries and aquaculture to household nutritional security: an overview. Food Security. 2010;2: 343–357.
  6. Tilley A, Burgos A, Duarte A, Dos Reis Lopes J, Eriksson H, Mills D. Contribution of women’s fisheries substantial, but overlooked, in Timor-Leste. Ambio. 2021;50: 113–124.
  7. López-Angarita J, Hunnam KJ, Pereira M, Mills DJ, Pant J, Teoh SJ, et al. Fisheries and aquaculture of Timor-Leste in 2019: Current knowledge and opportunities. Penang, Malaysia: WorldFish; 2019. Available: https://worldfish.archive.knowledgearc.net/bitstream/handle/20.500.12348/3737/Program-Report-2019-15-Timor-Leste-Fisheries.pdf?sequence=2&isAllowed=y
  8. Lucero C, Cantera J, Neira R. Pesquería y crecimiento de la piangua (Arcoida: Arcidae) Anadara tuberculosa en la Bahía de Málaga del Pacífico colombiano, 2005-2007. Revista de Biología Tropical. 2012;60: 203–217.
  9. Diringer B, Pretell K, Avellan R, Chanta C, Cedeño V, Gentile G. Genetic structure, phylogeography, and demography of Anadara tuberculosa (Bivalvia) from East Pacific as revealed by mtDNA: Implications to conservation. Ecol Evol. 2019;9: 4392–4402.
  10. Pomeroy RS., Andrew N. Small-scale fisheries management: frameworks and approaches for the developing world. Pomeroy R, Andrew N, editors. CABI; 2011. p. 247.
  11. López-Angarita J, Moreno-Sánchez R, Maldonado JH, Sánchez JA (2014) Evaluating linked social--ecological systems in marine protected areas. Conservation Letters 7:241–252.
  12. Kroetz K, Luque GM, Gephart JA, Jardine SL, Lee P, Chicojay Moore K, et al. Consequences of seafood mislabeling for marine populations and fisheries management. Proc Natl Acad Sci U S A. 2020;117: 30318–30323.
  13. Díaz, J. M. Las verdades del consumo responsable de pescado de mar. La Timonera, 2015; 24:73-75.
  14. Jacquet J, Hocevar J, Lai S, Majluf P, Pelletier N, Pitcher T, Sala E, Sumail R, Pauly D. Conserving wild fish in a sea of market-based efforts. Oryx 2010; 44(1):45-56.

 

Leyendas de las imágenes:

Imagen 1. Pescador regresa a su casa después de una faena capturando corvina dorada (Micropogonias altipinnis) en Isla Chira, Costa Rica. Foto por: Juliana López Angarita

Imagen 2. Al terminar la faena, los pescadores desembarcan en la playa para desescamar y destripar el pescado y venderlo a un intermediario. Foto: Juliana López Angarita  

Imagen 3. Pescador vende su captura al lado de la carretera en Timor Oriental. Foto: Alex Tilley

Imagen 4. Mujer buscando bajo las rocas para recolectar manualmente conchas y camarones en Timor Oriental. Foto: Alex Tilley