La Doctora Sandra Vilardy es Profesora de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes y, hasta hace poco, ejerció como Viceministra de Políticas y Normalización Ambiental en el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. Es bióloga marina de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, y tiene un Doctorado en Ecología y Medio Ambiente que recibió con reconocimiento Summa Cum Laude en la Universidad Autónoma de Madrid. Por cerca de 15 años, fue profesora de la Universidad del Magdalena, donde tuvo el cargo de Decana de la Facultad de Ciencias Básicas entre 2016 y 2019. En 2020 se unió como profesora a UniAndes para trabajar en el área de sostenibilidad de la Facultad de Administración, donde imparte cursos enfocados en los servicios que los ecosistemas prestan a la humanidad. La labor de Sandra Vilardy en la Universidad también incluye haber dirigido el observatorio Parques Nacionales Cómo Vamos, una iniciativa de nueve organizaciones de la sociedad civil que tiene el objetivo de generar información confiable, imparcial y comparable, en torno a los Parques Nacionales Naturales de Colombia. Desde ese espacio, ha contribuido al reconocimiento del papel fundamental que tiene la conservación de la biodiversidad para la adaptación climática, el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la formación de nuevas ciudadanías, más conscientes frente a los retos que como humanidad debemos enfrentar ante la crisis ambiental.
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Agradezco profundamente al Decano de la Facultad de Ciencias, Daniel Cadena, por el honor que me hace al invitarme como oradora en este momento tan importante para la vida de ustedes y de sus familias, en un momento muy importante para mí al regresar como profesora de esta gran Universidad.
Los grados representan uno de esos momentos de la vida en los que se cierran etapas para abrir otras. Es una ceremonia de tránsito, de celebración por lo logrado y, por qué no, de incertidumbre por el futuro que se presenta de manera inmediata. Y en estos tiempos de tantas y diversas incertidumbres es necesario enfrentarlo con todos los argumentos necesarios para mantener la esperanza y la ilusión. Quiero compartir con ustedes algunas reflexiones personales que pueden ser útiles en estos tiempos de cambios profundos para enfrentar la incertidumbre con una esperanza sensata.
Seguramente ustedes iniciaron este proyecto académico cuando aún experimentábamos una conmoción mundial que nadie imagino vivir, nos guardamos en casa y frente a las pantallas veíamos aumentar las cifras de casos, quiebras y fallecidos, en todos los países. Pero también frente a las pantallas vimos de manera impresionante como, mientras cientos de miles de personas del personal sanitario nos cuidaban a todos, los científicos y sus equipos, mediante una impresionante manifestación del trabajo conjunto, lograban que en menos de un año y medio pudiéramos estar de nuevo celebrando juntos, como en esta ceremonia, sus logros.
Este año las noticias cada semana nos muestran que batimos todos los récords climáticos, recordándonos que el clima del planeta cambió de una manera acelerada y que nos enfrenta a un planeta que la humanidad no conoce cómo funcionará con esa aceleración termodinámica. Y en las últimas semanas las noticias se llenan de barbarie.
Las luces y sombras siempre han estado presentes en la historia de la humanidad, desafiando el ingenio, activando el cuidado, reforzando la compasión, la solidaridad, la cooperación. Quisiéramos que fueran más evidentes tal vez, que cambiara el mundo de una vez por todas, pero esos valores han permitido, a lo largo de la historia, que la humanidad haya pasado diversas etapas difíciles, dolorosas, desoladoras, y las haya superado logrando con ello el avance en conocimientos, mecanismos de gobernanza y el reconocimiento de derechos; y seguramente ante las incertidumbres del futuro esos valores nos permitirán seguir aprendiendo y haciendo ajustes para mejorar. Llevamos toda la historia de la humanidad haciéndolo.
Esa para mi es una de las fuentes de esperanza fundamentales, la tarea es entonces fortalecer el valor del cuidado, de la compasión, de la cooperación, de la construcción conjunta. ¿Cómo hacerlo? es tal vez una de las preguntas más profundas en estos tiempos donde la agresión, la negación del otro, las múltiples manifestaciones de la violencia nos invaden y entran en conflicto con esa aspiración de un mundo mejor.
Somos luces y sombras en un planeta que es casi un milagro, es el único en el que hasta el día de hoy conocemos que alberga vida, muchas y diversas manifestaciones de la vida, ¿cuánto valor le damos a la vida?
Vivimos en un país tropical con una de las mayores complejidades en relieve y como consecuencia, con la mayor diversidad en la manera que el clima se expresa, con una de las mayores diversidades de formas en las que el agua puede expresarse y moldear el territorio; eso nos confiere la gran riqueza de ser el segundo país con mayor biodiversidad por superficie del planeta y un país en donde esa diversidad biológica está en comunión con la gran diversidad étnica y cultural. ¿Pero eso qué significa en la cultura y los valores de los colombianos? Para la gran mayoría, probablemente son solo unos datos anecdóticos para almacenar al lado de efemérides y otras cifras curiosas.
Los colombianos habitamos un territorio que nos ha costado mucho reconocer, aún casi que seguimos negando algunos de ellos, las llamadas fronteras productivas limitan la posibilidad de reconocer el valor de territorios cultural y biológicamente muy diversos, y hemos sepultado humedales y deforestado bosques para adecuar tierras o urbanizarlas. Tal vez porque culturalmente mantenemos una aspiración insistente y heredada por la nostalgia de los conquistadores, que quisieron domesticar y moldear un territorio, para aproximarlo a lo que añoraban y no es. Tal vez ese sea uno de los problemas de identidad más fuertes que tenemos y que está en las raíces de nuestra profunda brecha de inequidad, entre el país de montañas y tierras frías; y el país de tierras bajas, húmedas y calientes.
Para muchos de ustedes probablemente esa diversidad biocultural representó la inspiración por la que estudiaron y para otros de ustedes comprender los fenómenos desde la ciencia es una motivación para fortalecer la compresión de la historia y la posibilidad de contar narrativas más profundas de nuestra realidad.
En esta necesidad de auto reconocimiento, ustedes son sin duda una gran fuente de esperanza para enfrentar la incertidumbre de esta época y fortalecer los que somos. Ustedes hacen parte de una generación que ha crecido en medio de profundos cambios culturales, han experimentado la saturación de la información y la necesidad de nuevas formas de relacionarse, son una generación consciente de los caminos que ya no quieren transitar, de la fragilidad de la salud mental, del poder del amor. Enfrentaron el miedo a la pandemia y alzan la voz ante la crisis climática, todos los días están asombrándonos con su sensibilidad y capacidad de respuesta, de poner límites ante injusticias, pero también de ser libres, de innovar, de salir a las calles, de ser solidarios, de expresarse de maneras diferentes. Ustedes, ahora científicos, son luces nuevas en medio de las tormentas.
Necesitamos que ustedes continúen fortaleciendo los valores humanistas, que nunca pierdan la capacidad de sorprenderse. Es más, los necesitamos sorprendiéndose, aprendiendo, investigando, explorando y que nos cuenten sobre las millones de maravillas de nuestra biodiversidad y sus posibilidades para ofrecer bienestar, que nos ayuden a reconstruir la profunda y diversa historia socioecológica de nuestro país, que nos muestren la gran riqueza de conocimientos ecológicos de nuestras comunidades locales y pueblos indígenas, que nos ayuden a narrarla desde diversas ópticas, porque en esa diversidad, existen muchas más fuentes de esperanza para enfrentar la incertidumbre del clima y de la crisis de biodiversidad por la que hoy atravesamos.
Grados de Posgrados de la Facultad de Ciencias, 2023-2.
Tal vez en la medida que podamos avanzar en reconocernos diversos, ricamente diversos, complementariamente diversos, podamos entender mejor que la inequidad, el abandono, las brechas sociales y la violencia, son el resultado de haber querido construir un país homogéneo y controlado, en medio de la diversidad.
En la segunda mitad del siglo XX, inició en el mundo la gran aceleración impulsada por los combustibles fósiles y aceleró el logro de libertades, la hegemonía del mercado, la hiperconexión física y de información en un mundo globalizado. Rompimos los ritmos termodinámicos del planeta y la tasa de producción superó por mucho la tasa de reincorporación de los materiales, por las vías biológicamente disponibles. La competitividad, la hegemonía del individuo, se volvieron mensajes prioritarios y deseables frente a la invisibilización de la cooperación, lo colectivo, de dinámicas más orgánicas.
Las evidencias que hoy tenemos de la crisis global ambiental y del riesgo que hemos generado, nos exigenritmos más responsables de producción y, de nuevo, valores más humanistas. La ética profesional, pero sobre todo la ética del cuidado, nos debe llamar a todos a contribuir con nuestros argumentos, a alzar la voz de manera preventiva y propositiva ante los riesgos que estamos enfrentando como humanidad, sobre todo frente a los que se han quedado siempre atrás, los pueblos indígenas y afrodescendientes, los campesinos, las mujeres de cada uno de estos grupos. Eso requiere trabajo conjunto, la suma de argumentos, tejerlos para construir enfoques transdiciplinares, comunicarlos más y mejor, con pasión, convicción y creatividad.
Las esperanzas están, muchas personas hoy lo están haciendo, ustedes seguramente se sumarán y entre todos tejeremos esta red construida con los mejores valores y argumentos de la humanidad, que nos llevará a enfrentar juntos, otra etapa de la historia.
No pierdan la esperanza, trabajen unidos y con pasión, amen en el sentido más amplio de la palabra, sonrían, gocen y agradezcan a la vida, a sus redes de apoyos y afectos. Yo les agradezco mucho por permitirme acompañarlos en un día tan importante.
Muchas felicitaciones y muchas gracias.
Sandra P. Vilardy Q.
Bogotá, 24 de octubre de 2023