“Los museos de historia natural tienen el propósito de documentar la biodiversidad. (…) Para hacerlo, necesitamos un voucher, un ejemplar, que se debe depositar en un lugar de referencia, en una colección”, explica Crawford mientras entramos al museo. Las colecciones aprobadas por Minambiente y la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales deben estar registradas en el sistema del Humboldt, el Registro Nacional de Colecciones (RNC).
Además de ser el director del museo, Crawford es profesor de Ciencias Biológicas en la misma universidad y es un investigador muy activo: ha colaborado en la descripción de especies nuevas de ranas y hace parte de proyectos genómicos como Vertebrate Genomes Project y Earth BioGenome Project. Estudió su pregrado en UC Berkeley y, desde entonces, ha tenido afiliaciones a colecciones biológicas como la del Field Museum, Smithsonian, el Museo de Zoología en Costa Rica y el STRI de Panamá. Estas relaciones demuestran que los museos no operan de manera aislada, sino que forman una red colaborativa y están en comunicación constante.
Poco después de entrar, Crawford gira una de las manijas giratorias de los compactadores. Parece un timón gigante. Ante nosotros se abren unas estanterías con recipientes de vidrio transparente. Él se sube a una escalera y toma tres frascos de la parte más alta. Los frascos son similares a los que se ven en supermercados, llenos de aceitunas u otras conservas. Pero estos que tiene el director tienen algo muy distinto adentro: anfibios preservados. Estos animales están inmersos en etanol, un líquido que permite preservar los especímenes y asegurar que duren mucho tiempo –idealmente, para siempre. Para garantizar que así sea, los curadores del museo están constantemente verificando que las condiciones del lugar sean propicias: que no haya mucha humedad, que los recipientes estén herméticamente sellados, que los especímenes estén bien clasificados, etc…
“Lastimosamente, la mejor fijación es formol, pero es muy malo para el ADN. Mucha de la gente [que trabaja] con anfibios y reptiles tomamos un pedazo de tejido, lo separamos, para que el ADN se guarde aparte”, dice Crawford, “No sólo está esta colección, con frasquitos y ejemplares enteros, también hay una colección de tejidos en un congelador de -80ºC. El tejido puede ser un pedazo de músculo y/o un pedazo del hígado”.