Entre montañas y fusiles: así viven los primates en la Serranía de San Lucas

Liliana Andrea Cobos Guzmán*

Tras décadas de una desesperada lucha y una intensa espera, un grupo interdisciplinario compuesto por seis científicos logró acceder a la Serranía de San Lucas y volver a casa para contar la grata sorpresa con la que se encontraron: los primates que habían estado buscando seguían habitando este ecosistema bajo una conservación natural casi que intacta.

La Serranía de San Lucas, al norte de la Cordillera de los Andes, es un lugar tan particular como las especies que sostiene. Según Andrés Link, doctor e investigador del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de los Andes, esta es una de las zonas más conservadas del norte de América del Sur. Es más, es la zona con mayor diversidad de primates de la región trasandina, ya que las especies quedaron resguardadas al occidente de la Cordillera en el momento de su formación. Por eso se habla de que la población tiene una composición histórica.

Una serranía es una superficie atravesada por montañas. En el caso de la Serranía de San Lucas, por la Cordillera de los Andes. Ubicada entre Antioquia y Bolívar, su cobertura de bosque es enorme y, lamentablemente, muy apetecida por los diferentes grupos armados y agentes que allí cometen actividades ilícitas como la minería ilegal. A causa de su intervención, el ecosistema de muchos animales está siendo destruido. Sobre todo, afectando a los primates de la Serranía dentro de los cuáles hay varios en peligro de extinción.

En efecto, cerca del 60 por ciento de los primates en el mundo están en riesgo de extinción y tres cuartas partes se encuentran en declive, dice un estudio sobre la situación de la especie publicado en la revista Science Advances. De no mejorar las condiciones de preservación de estos animales, en cincuenta años podrían empezar a verse las consecuencias en forma de una gran extinción de primates. De hecho, los biólogos podrían no llegar a conocer ni clasificar algunas especies si la situación sigue avanzando a este paso acelerado.

Es por esto que existe una urgente necesidad de hacer estudios como Diversidad y estado de población de primates en la Serranía de San Lucas, Colombia: Un área de prioridad para la conservación de primates en el norte de Suramérica (2022), iniciativa de la Universidad de los Andes, la Fundación Proyecto Primates y la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS, por sus siglas). Infortunadamente, la situación que se vive en la Serranía de San Lucas es similar a la de los demás hábitats de primates que, por culpa de la acción antrópica, están atentando en contra de la existencia de estos preciados animales.

La inestabilidad política de la región, fruto de la alta presencia de guerrillas y paramilitares, pone en peligro la vida de las poblaciones que allí viven y restringe el progreso de la investigación de todo tipo. Incluso, “muchas de las áreas boscosas pueden tener artefactos explosivos y es necesario el acompañamiento de la gente local”, dice Andrés Montes Rojas, magíster en ciencias y también investigador en la Universidad de los Andes.

Como si fuera poco, quienes hacen minería de oro (sobre todo ilegal) están muy prevenidos de quienes vienen fuera de la región y, entonces, inhiben su entrada. Con todo esto, el haber logrado entrar a la Serranía fue una combinación de suerte, lucha y comunidad, sin la que el acceso habría sido imposible.

Partiendo de su investigación (2015-2016), Montes comenta que, afortundamente, en esta región hay monos lanudos (género Lagothrix) disfrutando de la naturaleza andina y monos tití grises y araña cafés en buenas cantidades (19,1 y 19,2 individuos por kilómetro cuadrado, correspondientemente).

La otra buena nueva, para Montes, es que tres de los primates más grandes del norte de Sudamérica —de los géneros Lagothrix, Ateles y Alouatta— viven en simpatría, conviviendo sin problema en la misma área. De la mano con otras especies como el tapir (especie Tapirus terrestris), el paujil de pico azul (especie Crax alberti) y el oso de anteojos (especie Tremarctos ornatus), los primates de la Serranía hacen parte de una población discontinua, desconectada de otras poblaciones; eso las hace bastante únicas.

No obstante, eso no quiere decir que las especies estén fuera de peligro. Lo que sí quiere decir es que aún hay algo, mucho, que proteger. Ahora, la misión del Gobierno, la comunidad y la ciencia es proteger a estas peculiares especies que, a causa de la cacería, las actividades ilícitas y la destrucción de su ecosistema, están en riesgo de disminuir.

La ardua investigación de los científicos permitió la obtención de estos tan anhelados resultados. Sin embargo, explica Montes, hacerlo también requiere de horas de espera y pacientes y silenciosas caminatas, llamadas transectos de monitoreo.

Se registran cuántos, cuándo, dónde y a qué distancia son observados. Además de en qué condiciones ambientales y a qué altitud se encontraban al momento de su avistamiento. Con estos datos digitalizados, cuenta Montes, “se utilizan algunos modelos estadísticos para estimar medidas como la densidad de primates (de cada especie) a partir del área muestreada con los transectos”. Los binoculares y distanciómetros láser de este combo de científicos trajeron de vuelta un magnífico relato sobre conservación y convivencia al norte del país.

La Serranía de San Lucas, como uno de los últimos bosques continuos del país, envía un grito de auxilio a través del equipo investigador. Ambos, Link y Montes, coinciden en la urgencia que existe de proteger esta y otras áreas de este tipo por medio de estrategias de conservación. Todo, con el fin de que estas especies, muchas en peligro crítico de extinción, sigan coloreando los bosques colombianos de saltos, melenas y gritos.

  

* Estudiante de Narrativas Digitales con Opción en Narrativa Científica - Universidad de los Andes