Yenny Hernández*
Los requisitos para ser presidente de Colombia son relativamente sencillos: ser colombiano de nacimiento, tener el aval de un partido, ser mayor de treinta años y adjuntar las obligatorias fotos tamaño documento. Los requisitos para otros países son seguramente igual de generales para dar oportunidad a todos los ciudadanos, independientemente de su nivel o tipo de formación.
Esta pluralidad en democracia ha permitido tener grandes lideres mundiales, como la ex primera ministra Angela Merkel, quien es física de formación, con doctorado en química cuántica. Aunque es claro que para ser presidente no es requisito tener formación científica, cada vez más y más lideres buscan aumentar su formación en física para poder tomar mejores decisiones en un mundo de rápidos cambios tecnológicos.
Sobre este tema, en 2008, el Profesor Richard A. Muller, de la Universidad de California - Berkeley (EE. UU.) escribió el libro Physics and technology for future Presidents (Física y tecnología para futuros presidentes) que no solo fue un éxito de ventas, sino que sirvió como base para un curso que ha tenido hasta 500 inscritos al año. En esta columna mencionaré tres conceptos importantes incluidos en dicho libro, y que deberían ser de conocimiento básico para líderes y futuros presidentes.
En primer lugar, está el concepto de cómo se miden las cosas, en particular el tiempo, luego está la importante diferencia entre energía y potencia y, por último, el potencial de la energía nuclear.
En física, las cantidades están definidas a partir de estándares comunes para todos, como el kilogramo, el metro y el segundo. Estos estándares son fundamentales para el comercio a cualquier escala; es por esto que los gobiernos tienen oficinas de metrología que cuidan su aplicación de forma rigurosa. En muchos países, estas oficinas hacen investigación de punta, fundamental para la economía, para hacer cosas como un reloj que se descuadra un segundo en la edad del universo (NIST – Boulder, Colorado).
Esta investigación es costosa para lo que nuestros políticos llaman “presupuesto apretado” (para otras cosas sí hay dinero), pero, quizás, un conocimiento básico sobre cómo se mide el tiempo es importante para los líderes a los que les venden millonarios contratos en los que es necesaria una medida muy precisa del tiempo como redes 5G.
Otro concepto físico que es muy importante es la diferencia entre energía y potencia. La primera es qué tanta capacidad tengo de realizar un trabajo y, la segunda, es qué tan rápido puedo hacer ese trabajo. Una galleta de chips de chocolate tiene mucha energía almacenada pero baja potencia. Los explosivos tienen poca energía almacenada pero alta potencia. Estos dos conceptos son básicos para entender el encendido de carros convencionales o poner en la balanza las ventajas de la movilidad eléctrica. Adicionalmente, estos nos permiten ver que con unos cuantos kilogramos de Uranio seríamos capaces de producir la misma cantidad de energía que quemando millones de toneladas de carbón, sin la emisión de los gases de efecto invernadero.
La energía producida por decaimientos nucleares es inmensa y de gran potencial para la medicina y la industria. Sin embargo, la mala prensa que ha recibido esta tecnología, primero por Hiroshima, y luego por el activismo de Green Peace, ha hecho que el público sea reticente a su uso.
Es tal la mala fama que la resonancia magnética nuclear debió cambiar su nombre a Imágenes por Resonancia Magnética (MRI por sus siglas en inglés). Este miedo infundado hizo que, hace 10 años, luego del accidente de Fukushima, hubiese marchas en todo el mundo para pedir que se apagasen la plantas nucleares.
En 2012, mientras participaba en un evento de Premios Nobel en Lindau, Alemania, el ministro de energía de Alemania dijo sin ruborizarse que ellos sabían que apagar las plantas era una muy mala idea, pero que ellos eran políticos y que debían hacer lo que el público quería. Hoy, 10 años después, y con una dependencia no saludable del gas ruso, Alemania se prepara para encender de nuevo sus plantas de producción de energía con carbón, en el punto de inflexión donde los efectos en el cambio climático serán irreversibles.
Los retos para un líder o futuro presidente son amplios, y podría seguir con ejemplos como el efecto en la economía y la seguridad nacional de la segunda revolución cuántica o el efecto de corrección de la temporal relativista en GPS. Por ahora esperemos que el presidente electo haga del ministerio de Ciencia una bandera de investigación básica y desarrollo sostenible. Y, mientras eso ocurre, luchemos para que la desinformación científica no nos haga tener que cambiarle el nombre al horno microondas.
*Vicedecana de Investigaciones – Facultad de Ciencias