María Gracia Batista, coordinadora del Observatorio Astronómico de la Universidad de los Andes
Desde el 20 de enero del 2019 no teníamos la oportunidad de disfrutar de un eclipse total de luna visible desde toda Colombia.
Este mes, específicamente en la noche del domingo 15 de mayo, desde las 8:32 p. m. tendremos una nueva ocasión para presenciar este evento astronómico. El eclipse tendrá una duración total de 5 horas y 18 minutos, que van desde el momento en que la Luna entra en la región de penumbra, pasando por el máximo oscurecimiento (11:11 p.m.) y finalizando a la 1:50 a. m. del lunes 16 de mayo.
Los eclipses lunares ocurren cuando nuestro satélite natural cruza a través del cono de sombra generado por la Tierra, el cual bloquea los rayos solares que llegan a su superficie. Esto último implica que el fenómeno siempre se presente durante la fase de Luna Llena. Sin embargo, la razón por la que no hay eclipses de luna todos los meses es porque el satélite tiene una órbita ligeramente inclinada respecto a la órbita de la Tierra alrededor del Sol. A diferencia de los eclipses totales de Sol, que duran unos pocos minutos, los eclipses totales de luna tienden a durar horas, lo cual hace que sean más probables de observar desde lugares como Bogotá, que tienen condiciones climáticas muy cambiantes.
Hay que recordar que los planetas y satélites naturales no generan radiación por sí mismos en el rango visible, sino que reflejan la luz de su estrella central. En el caso de la Luna, cuando la vemos en sus diferentes fases apreciamos que el color de su luz es blanca. Pero, durante la etapa de eclipse total, notaremos que su color cambia a un tono rojizo, dándole el llamativo apodo de “Luna de sangre”. Esto ocurre porque la atmósfera terrestre absorbe los demás colores de la luz solar mientras desvía parte de esa luz remanente hacia la superficie lunar. Por lo tanto, si no fuera por nuestra atmósfera, la Luna simplemente desaparecería al entrar al cono de sombra. Por lo tanto, el brillo observado en ese momento proviene de todos los amaneceres y atardeceres que se producen en la Tierra.
Para quienes se preguntan sobre las precauciones que deben seguirse y por la instrumentación requerida para disfrutar de este evento, hay buenas noticias: inicialmente, no se necesita forzosamente de telescopios o binoculares para su observación; por el contrario, es totalmente apreciable a simple vista. Basta únicamente con unas condiciones de cielo favorables. Lo siguiente es que este fenómeno no tiene ningún tipo de efecto nocivo sobre las personas, independientemente del método de observación. Así, entonces, se invita a toda las personas a disfrutar de este llamativo acontecimiento, el domingo, en la capital si el firmamento lo permite, ya que no se repetirá con estas características en el país hasta el año 2025.
María Gracia Batista, coordinadora del Observatorio Astronómico de la Universidad de los Andes