¿Qué opinan los biólogos sobre la prohibición de la pesca deportiva en Colombia?

A comienzos de esta semana, la Corte Constitucional emitió un fallo con el que retira el aval que, hasta ahora, tenía la pesca deportiva en Colombia. El alto tribunal tomó esta decisión luego de estudiar una demanda en la cual se argumentaba que esta actividad recreativa supone una forma de maltrato animal.

De acuerdo con la Corte, citada por el diario EL TIEMPO, la pesca deportiva, reglamentada por normas como el Código Nacional de Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiente y la Ley 13 de 1990, “es una actividad que vulnera el principio de precaución y la prohibición de maltrato animal y, por tanto, debe excluirse del ordenamiento jurídico”.

Sin embargo, y aunque la medida parece estar orientada a proteger a los animales y a minimizar su sufrimiento, varios científicos expertos en ecosistemas acuáticos la han criticado, pues no la ven viable e, incluso, creen que puede significar un mayor detrimento para los ambientes que se busca proteger.

Eso es lo que piensa Susana Caballero, profesora asociada del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de Los Andes, quien asegura que la Corte ha considerado que la pesca deportiva resulta en el sufrimiento animal, en la medida en que es un animal el que sufre; el problema, dice, es que, en términos biológicos y evolutivos “uno debería pensar en toda la población, y no solamente en cada individuo”.

“Ahora hay mucho desarrollo de la pesca en la región de la Orinoquia, en lugares como Puerto Carreño o Inírida, impulsada por gente que viene de afuera, que paga mucho dinero por practicar la pesca, y que genera opciones económicas viables y de protección ambiental, porque las comunidades locales se preocupan por cuidar los ecosistemas, para que quienes lleguen ahí encuentren los peces que les llaman la atención”, afirma Caballero.

Según la bióloga, en ese sentido, “por intentar salvar a uno que otro individuo”, y por no dar incentivos para la protección del sistema por parte de la comunidad, se puede estar poniendo en riesgo a toda la población de peces.

En cambio, continúa, si hay más pescadores deportivos, las comunidades locales van a tener más interés por cuidar el ecosistema, y no van a implementar actividades como la pesca con métodos destructivos o no selectivos.

“La pesca deportiva es mucho más selectiva que muchas artes de pesca. En este escenario, el mensaje que se le está enviando a la población es que no habrá pesca deportiva, y que se las arreglen como puedan económicamente”, reflexiona Caballero.

Por su parte, Germán Andrade, biólogo de la Universidad EAN, reconoce que encuentra una mezcla confusa entre el presunto sufrimiento de los peces y el daño animal. De acuerdo con el científico, con esta medida “pareciera que se buscara enviar el mensaje de que con evitar el sufrimiento de esos animales inmediatamente se produjera una mejora ambiental”.

“No obstante —dice—, la evidencia es totalmente contraria, porque existe una clara visión sobre la función social y ecológica que tiene la pesca deportiva en la salud de algunos ecosistemas”. Un segundo punto, que para Andrade tiene “enormes implicaciones”, es el uso de del principio de precaución para prohibir una actividad:

“Es decir, como no se tiene evidencia suficiente de que los peces son animales sintientes, entonces debemos abstenernos de hacer un uso de estos animales. Si esta línea de jurisprudencia continúa, habría consecuencias enormes, porque tendríamos que entrar a prohibir el uso de otros animales para los cuales no hay evidencia científica de que sean sintientes”, aclara.

En tercer lugar, Andrade coincide con Caballero al destacar lo que él califica como “desconocimiento” sobre la evidencia que hay acerca del impacto socioeconómico de este tipo de actividades, que se desarrollan principalmente en poblaciones vulnerables del país, localizadas en las riveras de ríos como el Amazonas y el Orinoco.

“El punto que veo es que la Corte está generando una tensión de derechos entre evitar ese sufrimiento de los animales, presuntamente sintientes, y otros derechos humanos directos, como al ambiente sano, a la alimentación, al trabajo y al desarrollo. Lo que es lamentable es que esto se ve a través de la prohibición de la explotación de la vida silvestre, lo cual nos pone a los colombianos en una situación jurídica de mayor distancia con las relaciones virtuosas que podemos tener con la naturaleza”, reflexiona Andrade.

Finalmente, Juan Armando Sánchez, director del Laboratorio de Biología Molecular Marina de la Universidad de los Andes, y miembro de la Misión Internacional de Sabios 2019, agrega que en el documento final entregado por esta comisión se incluye a la pesca deportiva como una actividad económica sostenible.

“La pesca deportiva, junto con el cultivo de peces ornamentales, la acuicultura de especies nativas y las zonas exclusivas de pesca artesanal son alternativas que deben contemplarse de forma integrada, ya que constituyen una estrategia que aportaría a la disminución de la presión sobre los recursos pesqueros, el aumento del recurso per cápita de los pescadores y acuicultores”, se lee en dicho informe.

“Una de las formas de conseguir un gana-gana al hacer ecoturismo y conservación es la pesca turística. Mucha de la pesca deportiva consiste en capturar al pez para, luego, liberarlo; pero, bajo la premisa de que son sintientes, nos estamos pegando un tiro en pie, que ha llevado a que muchos pescadores en la zona del Pacífico ya hayan dejado de pescar para consumo, porque la pesca de trofeo, que es tan buena para ellos, ya fue interrumpida”, comenta Sánchez.

REVISTA HIPÓTESIS