Científicos respaldan proyecto de ley para la protección de las cavernas colombianas

Como un baldado de agua fría recibió la comunidad científica, en días pasados, la noticia sobre un concepto emitido por el Ministerio de Minas y Energía acerca del proyecto de ley para la protección de los ecosistemas subterráneos que, actualmente, se encuentra haciendo su curso en el Congreso de la República.

El documento está firmado por los viceministros Miguel Lotero Robledo y Sandra Rocío Sandoval, y va dirigido a Diana Marcela Morales, secretaria de la Comisión Sexta del Congreso, donde está radicado el proyecto, que ya ha sido aprobado por unanimidad en las tres discusiones legislativas previas.

En dicho concepto, el Ministerio de Minas pide el archivo del proyecto, argumentando que ya existen normas dedicadas a la protección de los ambientes subterráneos y, además, que con el proyecto, identificado como el 643 de 2021 Cámara – 218 de 2020 Senado, podrían “generarse conflictos en torno a derechos mineros previamente adquiridos”.

De acuerdo con Juan Armando Sánchez, director del Laboratorio de Biología Molecular Marina de la Universidad de los Andes, “ha sido una sorpresa muy lamentable conocer que el Ministerio recomienda archivar esta iniciativa, un gran retroceso en reconocer el verdadero capital natural de Colombia”.

Sánchez asegura que el poco conocimiento sobre las aguas subterráneas en Colombia es todavía un impedimento para un manejo eficiente de este importante soporte vital. En este escenario, dice, la oferta de agua subterránea en el país es del orden de 6.000 km cúbicos, y aproximadamente el 75 por ciento del territorio colombiano cuenta con zonas favorables para el almacenamiento de agua subterránea.

“Infortunadamente, solo se han hecho estudios relacionados con este componente en alrededor del cinco por ciento del área total del territorio, pero esta cifra puede aumentar aproximadamente a un 10 por ciento, según el Programa de Exploración de Agua Subterránea”, explica Sánchez, quien agrega que Colombia cuenta con al menos 44 grandes acuíferos, de los que un poco menos de la mitad se encuentran en ambientes costeros e insulares y, el resto, en zonas asociadas a montañas, en sistemas de cavernas y cuevas kársticas.

Según el experto, únicamente se tiene conocimiento adecuado de diez de estos acuíferos, y solo sobre la mitad hay información insuficiente. Así, para Sánchez, el proyecto de ley para proteger el patrimonio espeleológico se alinea perfectamente con varias de las estrategias de la misión emblemática sobre agua y cambio climático de la Misión Internacional de Sabios, de la que es parte. “Entre los instrumentos más importantes para lograr estos objetivos está el fortalecimiento institucional, así como la educación y la divulgación”, afirma.

Por su parte, Melissa Martínez Medina, bióloga y geocientífica de la Universidad de los Andes, y estudiante de maestría en geoquímica y geotectónica en la Universidad de São Paulo, en Brasil, considera que son varias las razones para conservar el patrimonio espeleológico colombiano.

“Además de la experiencia contemplativa que nos entregan la diversidad de formaciones calcáreas que podemos encontrarnos, el mundo subterráneo es el hogar de cantidad de criaturas muy singulares, algunas de las cuales, como los guácharos, son únicas de estos ecosistemas, y están perfectamente adaptadas a vivir allí”, asegura la científica, quien investiga sobre el clima de hace miles de años, a partir de cavernas ubicadas al noreste de Venezuela.

Martínez indica que la protección de las cavernas en Colombia brinda la posibilidad de estudiarlas y comprender cómo han cambiado las dinámicas de aspectos tan diversos y relevantes como el clima, la vegetación y las comunidades animales, incluyendo humanos, que dependen de su interacción. "En las cavernas —reflexiona— encontramos los archivos del tiempo, necesarios para entender nuestro pasado, así que no protegerlas significa condenar parte de nuestra historia al olvido”.

 Vulnerabilidad y servicios ecosistémicos

Carlos Lasso, investigador sénior y líder de la línea de gestión de recursos hidrobiológicos del instituto Humboldt, cree que conservar los ecosistemas subterráneos como las cuevas, cavernas, simas y hoyos, entre otros, es de gran importancia ecológica y biológica, debido en gran parte a su vulnerabilidad y fragilidad frente a los impactos antrópicos.

 Según Lasso, a diferencia de los bosques, las sabanas o las montañas, las cavernas funcionan como sumideros, es decir, que ellos dependen de todo lo que ocurre alrededor. En las zonas boscosas, dice, los ríos subterráneos tienen un origen superficial, o epigeo, y comparten los ecosistemas con humedales subterráneos y cuencas cerradas dentro de las cavernas o el subsuelo, conocidas como acuíferos.

 “Todo esto significa que son ecosistemas que han tenido millones de años de evolución bajo condiciones climáticas muy definidas y, al estar aislados del medio natural, muchas de las especies que están ahí han evolucionado de manera particular y son endémicas. En las cavernas podemos encontrar muchos invertebrados terrestres que no vemos en la superficie, como arácnidos, miriápodos, quilópodos que son únicos de esos lugares. También hay animales muy vistosos, como los peces ciegos, cangrejos, isópodos y otros que estamos identificando gracias a la técnica del ADN ambiental”, apunta el investigador, y señala que todas estas son especies muy frágiles ante cualquier cambio en la temperatura, entrada de material orgánico, contaminantes o la deforestación, los cuales cambiarían las condiciones de estos sitios, que han permanecido estables durante mucho tiempo.

Finalmente, Lasso llama la atención sobre otro de los aspectos relevantes de las cavernas: los servicios ecosistémicos que proveen.

“Solo por mencionar algunos de los más importantes, en muchas regiones las cavernas son las únicas fuentes hídricas, o son lugares donde viven especies importantísimas, como los guácharos, unas aves que vuelan cientos de kilómetros para alimentarse de semillas de palmas, encargándose de su dispersión; o los murciélagos, que tienen su refugio en las cuevas y son frugívoros, polinívoros y controladores de plagas”, dice Lasso.

REVISTA HIPÓTESIS