En días pasados, y después de varios meses de deliberación, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible declaró a los hipopótamos (Hipopotamus amphibius) traídos a Colombia por Pablo Escobar, y a sus descendientes, como representantes de una especie invasora en el país.
La decisión llega en un punto de máxima controversia entre los grupos animalistas que defienden que los individuos de esta especie, originaria de África, deben ser protegidos, y la comunidad científica, que ha sido enfática en que se les debe controlar, por el riesgo que significan para los ecosistemas colombianos, especialmente los localizados en la cuenca del Magdalena Medio.
En un comunicado colgado en su página web, el Minambiente indicó que, con la declaratoria, esta y otras entidades del Sistema Nacional Ambiental “ahora podrán definir las medidas de prevención, control y manejo de esta especie en el país”.
“Este es un paso importante para avanzar en un plan de acción inmediato con el fin de atender la situación generada por la presencia de los hipopótamos en Colombia, que han ocasionado impactos en nuestros ecosistemas y especies claves. Desde hoy iniciaremos un trabajo fuerte de coordinación y acción con las entidades del SINA, expertos y comunidades. Nuestra prioridad es la protección de la vida humada y la conservación de la biodiversidad”, dijo, en dicho comunicado, Carlos Eduardo Correa, jefe de la cartera.
De acuerdo con Andrés Link, profesor asociado del Departamento de Ciencias Biológicas, en la Facultad de Ciencias de la Universidad de los Andes, y quien lleva 18 años investigando sobre especies amenazadas en el Magdalena Medio, como el mono araña café, la declaración de los hipopótamos como especie invasora es un paso importante para dar solución a un problema que “nunca debió ocurrir, pero que en el contexto actual es una realidad”.
“La decisión es relevante para el manejo a futuro, y tiene coherencia en la medida en que estamos hablando de una especie que se ha podido adaptar al ambiente del Magdalena Medio muy rápidamente”, dice Link, quien gracias a sus estudios en primates ha interactuado con las comunidades y diferentes actores de la cuenca fluvial, articulando proyectos de conservación, tanto de los monos como de otras especies.
Con Link coincide la bióloga y doctora en ecología Nataly Castelblanco, quien señala que “la declaración es un paso fundamental para dar inicio al diseño y planeación de la estrategia de manejo de esta especie”. “Además —agrega—, la medida permite que el control de la especie recaiga sobre las autoridades, de tal suerte que actividades de explotación, tenencia y transporte de los hipopótamos puedan ser mejor vigiladas y controladas. También, se facilita la asignación de recursos necesarios para las actividades de monitoreo, prevención y control”.
Pensando en el futuro
Link cree que es urgente tomar medidas para controlar a los hipopótamos, toda vez que, como se sabe, estos animales mueven mucho las aguas y los sedimentos, hasta volverlos más turbios, lo cual perjudica a otras poblaciones de flora y fauna. Según el experto, los hipopótamos podrían llegar a competir por recursos con otras especies endémicas, y que están amenazadas, como los manatíes, los caimanes y las nutrias.
“También es relevante tener en cuenta el comportamiento de esta especie, que, en África, es una de las más agresivas con los humanos, y esto podría desatar un creciente conflicto, en el que haya cada vez más encuentros con consecuencias graves para las poblaciones del valle del Magdalena”, asevera Link.
En cuanto a encontrar las mejores alternativas para dar solución al problema, Link reconoce que no será tarea fácil: “Hay posiciones encontradas entre quienes apoyan el exterminio de la especie de la manera más rápida y quienes abogan por la defensa de los individuos, pero la verdad es no se podrá complacer a todos los sectores", reflexiona.
"En este sentido, debe primar una decisión que favorezca el mantenimiento de las condiciones del valle del Magdalena y de las zonas de humedales, como eran antes de la llegada de los hipopótamos”, dice.
Finalmente, Link hace un llamado sobre la necesidad de pensar hacia el futuro, para evitar que situaciones como esta se repitan. En ese sentido, dice, “hay escenarios inevitables, considerando que en Colombia hay un tráfico ilegal de fauna muy grande”.
“Creo que esta es una buena lección sobre la importancia de atacar los problemas en su momento, y no dejar que sigan creciendo, cuando va a ser más difícil controlarlos, y cuando los costos, perjuicios e implicaciones no sean tan grandes. El tema de los hipopótamos se llevó a una escala mayor de lo que era necesario y, si se hubiera atacado el problema hace unos años, la solución habría sido más fácil y viable, y menos costosa para los ecosistemas, para los hipopótamos y para la gente”, apunta Link.
REVISTA HIPÓTESIS