Este 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua, una fecha creada para generar consciencia sobre la importancia de proteger este recurso en el planeta Tierra. Y, a propósito de esta ocasión, desde 'Hipótesis consultamos a la experta Eloísa Lasso para conocer, no solo las amenazas que enfrenta el agua, sino las posibles acciones que las personas pueden tomar para cuidarla.
Lasso pertenece al Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de los Andes, y dicta los cursos de fisiología vegetal, Ecología: principios y aplicaciones; ecología de alta montaña y biología de la polinización.
¿Por qué es importante el agua en el planeta Tierra?
El agua es importante para los seres que habitan el planeta Tierra porque todos estamos formados de agua. Nuestro cuerpo es 60 por ciento a 75 por ciento agua, y una planta puede ser más aún, hasta 95 por ciento, en algunos casos. Así como dicen que el planeta Tierra debería llamarse 'planeta Agua', porque es más agua que tierra (70 por ciento es agua), quizás los seres vivos deberían llamarse seres de agua.
Entonces, sin agua no hay vida, porque, para empezar, estamos formados de ella, y debemos tener una fuente constante del recurso para seguir vivos. El humano no puede vivir más de tres días sin agua. Y, aunque muchas plantas y animales tienen múltiples estrategias para ahorrarla, para almacenarla, para ser eficientes en el uso de la que tienen, para reciclarla internamente, todos los seres del planeta, tarde o temprano, mueren si no tienen acceso a agua. Y, ¿por qué? Porque el agua mantiene la estructura celular para que ocurran los procesos indispensables para la vida, porque el agua es un solvente universal que transporta nutrientes a todo el cuerpo, en la sangre de los animales o, en la savia, en plantas. El agua, además, ayuda a regular el clima, y regula la temperatura corporal de los seres vivos. El agua, inclusive, participa en reacciones químicas. Por ejemplo, en la fotosíntesis dona un electrón y se parte en dos, liberando oxígeno, y es la fuente de este gas en la Tierra.
¿Qué pasa si no cuidamos el agua?
La respuesta más drástica es que desaparecemos. Un planeta sin agua, o sin agua no contaminada, no puede sostener la vida como la conocemos. Las plantas necesitan agua, y ellas son la base de la cadena alimenticia en todo el planeta. Si no hay agua para ellas, no hay comida para nosotros y para otros animales con los que compartimos el planeta. Se ha propuesto que, si no cuidamos el agua, y esta comienza a escasear, empezarán las guerras por este recurso. Hay que recordar que, sin agua, nos morimos en tres días; como todos queremos vivir, pues la gente peleará por ella. Si no cuidamos el agua cada vez habrá más enfermedades relacionadas con la contaminación. No podemos tomar agua llena de fertilizantes, mercurio, de exceso de nitratos o de plástico. Sin agua, el clima cambiaría aún más. Básicamente, en un mundo con poca agua limpia, no contaminada, probablemente viviríamos una distopía, donde el que controle las pocas fuentes de agua limpia que queden tendrá todo el poder sobre los que la necesitamos desesperadamente.
¿Cuáles son las principales amenazas que enfrenta este recurso en la actualidad?
Son varias. Por un lado, la agricultura industrial, en la que se usan fertilizantes en grandes cantidades, que están llenando ríos, lagos y mares de exceso de nitratos y fosfatos. Esto, de por sí, vuelve el agua no apta para el consumo humano, pero, además, ocasiona eutrofización, que es cuando tantos nutrientes hacen crecer de forma descontrolada micro algas, que vuelven el agua totalmente imposible de usar.
Otra amenaza es la minería y, con ella, el uso de arsénico y mercurio para extraer oro, por ejemplo. No solo se gasta mucha agua en el proceso, sino que esa agua queda en piscinas llenas de metales pesados. Esa agua es casi imposible limpiar y ya no se recupera. En teoría, queda en una piscina, no se sabe muy bien hasta cuando. Y ya ha habido, por lo menos, dos accidentes grandes en Brasil, donde los diques de contención se rompieron y el agua llena de mercurio y lodos contaminó kilómetros y kilómetros de río hasta llegar al mar, matando todos los animales a su paso.
Otro factor es la contaminación por la actividad industrial: curtiembres, mataderos, todos van botando su agua contaminada a los ríos, porque no tenemos mecanismos de control fuertes instaurados para exigirles que no dejen llegar sus aguas no tratadas al río. La debilidad del Estado y la corrupción no ayudan. En el nacimiento del río Bogotá el agua es cristalina y limpia, pero cuando llega a la ciudad ya es un desastre, nadie se atrevería a bañarse, y menos, a tomar de ella.
La basura y los plásticos, en especial, son un problema serio. Los cuerpos de agua cada vez tienen más microplástico. Hay cálculos de que estamos comiendo una tarjeta de crédito al día entre el plástico en el agua, la sal, los animales que comemos.
La deforestación es otra gran amenaza. En este caso, no atenta solo contra la pureza del agua, sino su ciclo y los patrones de lluvia. ¿Qué tienen que ver los árboles? Pues que un árbol puede estar transpirando 400 litros de agua diaria, y si tenemos miles de árboles en el Amazonas, por ejemplo, ellos agregan miles de litros de agua en forma de vapor a la atmósfera, algo que se conoce como ríos voladores.
Al cortar los árboles estamos secando esos ríos voladores, que se moverían con el viento, llegarían a la montaña y, eventualmente, se condensarían en la lluvia. Entonces, oh sorpresa, llueve menos en otro sitio y no sabemos por qué.
¿Qué se puede hacer para corregir esta situación?
Todas estas actividades que llevamos a cabo para mantener el estilo de vida que tenemos sin pensar a largo plazo están poniendo en riego al agua. A los grupos de poder económico que no parecen tener visión a largo plazo y no quieren perder un centavo en procesos caros de filtración o tratamiento de agua, para sacar la mayor ganancia posible, se les debe hacer responsables y obligar a que ganen un poco menos y limpien y cuiden un poco más el agua.
¿Cuáles son las posibles soluciones y medidas para enfrentar este riesgo causado por los seres humanos?
Es una pregunta difícil, dada la complejidad de actores y de procesos. Los ciclos hidrológicos y los procesos ecológicos son complejos; hay muchas retroalimentaciones negativas y positivas entre ellos, entre el clima y la geografía y las masas de bosques, que son importantísimos para mantener masas de agua en la atmósfera.
Por un lado, con nuestra acción estamos cambiando esos ciclos hídricos y, por otro lado, estamos contaminando el agua que tenemos. A nivel individual podemos tomar algunas medidas puntuales, desde reducir o parar el uso de plásticos, consumir local y orgánico, consumir menos carne, pues su producción consume mucha agua; ahorrar agua en nuestras actividades (no lavar el carro tan frecuente, cerrar el agua mientras nos lavamos los dientes, reparar cualquier fuga en la casa).
Pero los cambios que se necesitan son más grandes y son a nivel del Estado. Podemos, como sociedad civil, presionar para que los gobiernos exijan el tratamiento de aguas por los grandes contaminantes que mencioné antes, para que se detenga la deforestación y para que se prohíba del todo el uso de plásticos. Desde la ciencia también debemos poder ayudar. Por ejemplo, ya hay grupos de investigación trabajando en agricultura de precisión para producir comida sin usar tantos fertilizantes. Se buscan bacterias y plantas que puedan descontaminar el agua y los terrenos que hemos contaminado. Y ni hemos hablado del cambio climático, que es una amenaza también a plantas y ecosistemas que regulan los ciclos hídricos. La cosa es compleja, pero no podemos seguir dándole largas sin tomar medidas y pretendiendo que el problema se arregle solo.
¿Es posible la vida en un planeta Tierra sin agua?
Un no gigante es la respuesta a esta pregunta. La vida como la conocemos depende del agua. Sin agua no hay vida. Hay algunos organismos que pueden vivir sin agua por períodos largos, como los tardígrados, algunas plantas de desierto, algunas bacterias. Ellos pueden estar meses sin agua, pero solo en un estado de animación suspendida, en estado deshidratado, en latencia, en espera de que vuelva el agua para volver a reactivarse.
Parte de su estudio se enfoca en los páramos. ¿Por qué son importantes estos ecosistemas en Colombia y cómo podemos protegerlos?
Sí, yo trabajo en temas de ecología y fisiología de las plantas de páramo y, en mi laboratorio, tratamos de entender qué pasará con ellos en un futuro más caliente y más seco, a partir de entender su fisiología y sus relaciones con otros organismos (polinizadores, plagas etc.). Estos ecosistemas son muy importantes en el ciclo del agua, para regular su movimiento. Probablemente, han escuchado decir que los páramos son fábricas de agua; aunque este término no es correcto, ya que ellos no fabrican agua de la nada, sí pareciera que lo hicieran, porque atrapan el agua en forma de vapor de agua que no vemos, pero está ahí en el aire, y que, eventualmente, cuando se condensa, la vemos como gotas de agua sobre la vegetación.
Es gracias a características únicas que tiene esta vegetación, como los pelos en las hojas, sus hojas pequeñas, que funcionan como trampas de agua; ellas atrapan el agua de la neblina y de la lluvia y, poco a poco, la liberan. El agua, entonces, va a llegar al suelo, donde la gran cantidad de materia orgánica también ayuda en esa retención de agua y liberación lenta. Hay otras plantas en páramo como Sphagnum, un musgo, que absorbe 20 veces su peso en agua y, en grandes cantidades, funcionan como esponjas gigantes que retienen el agua y la liberan controladamente. Esa liberación lenta de agua no se daría si no hubiera páramos. Sin páramos, probablemente, veríamos que el agua de la lluvia bajaría en escorrentías, generando mucha erosión, peligro de derrumbes etc., aparte de que no se formarían esos lagos y ríos que eventualmente bajan a darnos agua. Si se pierde esa vegetación de páramo perderíamos la estabilidad en la fuente de agua.
¿Qué puede hacer cada individuo para proteger el agua, por ejemplo, desde su hogar?
Podemos reducir o, mejor aún, parar del todo, el uso de plásticos. Podemos consumir alimentos locales y, ojalá, orgánicos, donde no se usen grandes cantidades de fertilizantes, pero es caro y no es una opción para todos. Podemos consumir menos carne, pues su producción necesita muchísima agua. Podemos ahorrar agua en nuestras actividades; no lavar el carro tan frecuentemente, cerrar el agua mientras nos lavamos los dientes, reparar cualquier fuga en la casa, no quedarnos horas en la ducha. Podemos reducir nuestro consumo de tecnología de punta, que requiere mucha minería. Quizás, no comprar el modelo nuevo de cada celular que salga al mercado, por ejemplo. No agregar aceite al sifón del lavaplatos, sino guardarlo en botellas y llevarlo a reciclar. Ese aceite se puede usar para combustible, mientras que si entra en contacto con el agua la contamina y se requieren procesos largos para limpiarla. Pero, otra vez, insisto en que sí podemos y debemos tomar medidas desde el hogar, pero estas no serán nunca suficientes si no van acompañadas por medidas a nivel de estado para enfrentar los retos más grandes que involucra proteger nuestras fuentes de agua.
REVISTA HIPÓTESIS