Iconografías covidianas: el imaginario de la pandemia del 2020 visto desde la perspectiva de la historia del arte, la física y la microbiología

Propósito: El objetivo de este artículo de divulgación es analizar el uso de la cultura visual en el contexto de la pandemia de la COVID-19 y su potencial para transmitir información científica entre un público amplio, entendiendo que son imágenes muchas veces producidas “de abajo hacia arriba” o bottom-up. 

Patricia Zalamea
Departamento de Historia del Arte, Facultad de Artes y Humanidades

Martha Vives
Departamento de Ciencias Biológicas, Facultad de Ciencias

Ferney Rodríguez
Departamento de Física, Facultad de Ciencias
Universidad de los Andes, Colombia.

Es decir, estas imágenes son el resultado de un proceso de apropiación social, en el que diversas comunidades participan en la construcción del conocimiento sobre el coronavirus y la pandemia a través de redes e imágenes velozmente reproducidas, como reacción frente a una situación de salud pública, de miedo y de un desconocimiento masivo sobre los coronavirus y las pandemias. Este artículo hace un llamado a concientizarnos sobre la representación, el uso de las imágenes y el imaginario en torno a la COVID-19, a partir de una lectura desde dos perspectivas diferentes e históricamente complementarias que ayuden a fomentar la interdisciplinaridad del pensamiento –ciencias naturales (microbiología y física) e historia del arte y estudios visuales— cuyo punto en común es la capacidad de analizar y desmenuzar la imagen como objeto de estudio y fuente gráfica.1

Audiencias e interés público: Los problemas actuales de emergencias sociales solo se podrán resolver usando el pensamiento interdisciplinario. Realizar investigación interdisciplinaria requiere de una forma de pensar que puede reñir con la tradición de las disciplinas científicas, caracterizadas por ambientes muy estructurados y con extrema especialización de las revistas para la publicación de resultados. Este diálogo entre artes y ciencias propone entonces abrir espacios de discusión que nos permitan superar las barreras, en busca del beneficio de la sociedad en su conjunto. La visión fresca de este artículo, en la que se integran distintas perspectivas, pretende hablarle a un público general sobre las representaciones de un evento histórico que de alguna manera nos supera como sociedad, pero que seguimos intentando comprender. En esta búsqueda, este artículo también puede ser de interés particular para profesionales, investigadores y estudiantes en ciencias básicas, ciencias aplicadas, artes visuales, historia del arte y otras disciplinas humanísticas, como ejemplo del tipo de interacciones que suceden cuando se va más allá de la mirada disciplinar. Pensar desde la imagen, que finalmente es el lenguaje que nos une como científicos y estudiosos del mundo visual, es una forma de encontrar puntos comunes y a la vez de buscar una manera sencilla para traducir lo complejo o lo que aparentemente es obvio desde una disciplina, pero no desde otra.2

Introducción:

 La proliferación de imágenes que han surgido a raíz de la pandemia de la COVID-19 merece un análisis multidisciplinario que dé cuenta de la manera en que las representaciones visuales sirven múltiples propósitos. Por una parte, cumplen con un fin didáctico, con la intención de traducir información técnica y científica para un público general. Son también gestos de apropiación que han servido para domesticar y enfrentar las nuevas formas de vida a las que nos ha llevado el virus en diversas dimensiones. Vale la pena recordar que, si bien las personas están familiarizadas con los memes que circulan en redes sociales, el término “meme” fue introducido por Richard Dawkins en The Selfish Gene (1976) por analogía con los genes biológicos, con su habilidad para replicarse y transmitirse.3 Muchas de estas imágenes han surgido de formas espontáneas y populares, que se han propagado a través de redes sociales a nivel global, frecuentemente con adaptaciones locales. Así, forman parte de la experiencia única de esta pandemia particular: a diferencia de las anteriores, es la primera vez en la historia que la humanidad experimenta una pandemia de forma globalizada, con medios digitales que nos han permitido vivir y compartir esta experiencia en simultáneo.  

Como resultado, tenemos un inmenso acervo visual que da cuenta de las particularidades de la pandemia de la COVID-19. Seguramente servirá de comparación con respecto a otras, además de convertirse en una fuente histórica para comprender retrospectivamente esta crisis.4 En este escrito visual, a partir de una lectura interdisciplinaria, desde la doble perspectiva de la historia del arte y las ciencias naturales, analizamos las funciones y características de una serie de imágenes agrupadas por categorías iconográficas.

En efecto, no es demasiado temprano para afirmarlo: la COVID-19 tiene ya una iconografía propia: es decir, unas formas simbólicas particulares con características específicas que la hacen única y reconocible. De aquí que podamos hablar de una “iconografía covidiana”. Vale la pena también recordar que el término “iconografía”, que significa literalmente la escritura de la imagen, es un método de la historia del arte que sirve para agrupar imágenes a partir de sus contenidos simbólicos y analizarlas en un contexto cultural.5 Por supuesto, algunas de estas iconografías se derivan de imágenes pre existentes, incluso de la tradición iconográfica de los virus (bien conocida por los microbiólogos, más no por el público amplio); otras surgen de formas concretas y particulares y sirven de puente comparativo con respecto a otras pandemias, anteriores y futuras.

Para estructurar este ensayo, hemos escogido seis grupos de imágenes representativas de la experiencia global y local de la pandemia, que a su vez se constituyen como un núcleo iconográfico; por esta razón, además de contextualizar las imágenes (cómo aparecieron y circularon) y ofrecer una interpretación visual desde la perspectiva integrada de la física, la microbiología y de la historia del arte, disciplinas que comparten una sensibilidad afín hacia el mundo de lo visual como materia prima, incluimos una selección de imágenes relacionadas temáticamente con la imagen principal de cada grupo y que, por ende, constituyen un núcleo iconográfico.

Estas sirven para dar cuenta de la “vida” de las imágenes y su capacidad de reproducirse y transformarse a grandes velocidades, así como para comparar y contrastar, en particular para contrastar las formas artísticas y científicas de representación, y finalmente, para diferenciar sus aspectos particulares como grupo iconográfico. Hemos limitado la extensión de los textos, de manera que la palabra no se imponga sobre la imagen, así como para enfatizar el poder sintético de la imagen que, a su vez, traducimos en palabras.

Galería iconográfica 1.

Virus antropomorfo: dar forma y perder el miedo

Categoría iconográfica: coronavirus antropomorfo

“Ya llegué”. Meme circulado en Colombia por redes, 5 de marzo de 2020

“Virus tierno”. Imagen tejida del virus. Circulado por redes en abril del 2020.

“Virus cantante”. Ilustración. Circulada por redes en noviembre del 2020.

“Años viejos”. Versiones textiles del virus, elaboradas por la familia Wills-Otero. Diciembre 31, 2020.

 “Soy un kiwi, pendejos”. Caricatura. Circulada por redes en abril del 2020.

 

Contexto: La imagen antropomorfa del virus SARS-CoV-2, comúnmente conocido como el virus de la COVID-19, aparece en distintos momentos de la pandemia y a través de diversas técnicas: dibujadas, pero también tejidas e incluso en la forma de “años viejos”. Se origina en la imagen científica del virus, con las “coronas” características que le dan su nombre. Las coronas son típicas de Coronaviridae, familia que agrupa cientos de virus animales, de los cuales siete causan enfermedades en las personas. Así, los coronavirus se conocen desde hace mucho; sin embargo, la iconografía específica y masivamente reconocida se desarrolla con la pandemia de la COVID-19.  Es común encontrar en las casas de los microbiólogos peluches de virus antropomorfos, representaciones “tiernas” del virus, en forma de peluches, en este caso como un pequeño tejido como colgandejo en un cuarto infantil. Si bien causan extrañeza en otras personas por la “maldad” percibida del virus, estas representaciones permiten justamente racionalizar esa percepción equívoca sobre los virus como “malo”. ¿Pero por qué ponerle rostro al virus, si ni siquiera es un ser vivo? ¿Cuál es la necesidad de antropomorfizar un virus en general y este en particular?

 

Análisis iconográfico:

 “Ya llegué”. Con estas palabras se anunciaba la “llegada” del SARS-CoV-19 a Colombia el 5 de marzo del 2020, el día en que fue identificado el primer caso positivo en el país, en un meme perturbador que circuló ampliamente por redes sociales. En esta imagen, el virus no solo tiene voz, sino también unos ojos tipo emoji y una boca humana sonriente; a la manera de un collage, esta imagen se compone de partes disímiles, construida a partir de diferentes medios (una mezcla de fotografía, ilustración e imagen digital).

 En este meme, el azul brillante, con partes más luminosas y otras más oscuras, destaca las texturas del cuerpo redondeado y de sus “coronas”. A pesar de las diferencias en color de las distintas representaciones del virus, todas tienen esta característica en común; por supuesto, es también un asunto central de la ilustración científica del virus producida por Alissa Eckert y Dan Higgins en U.S. Centers for Disease Control and Prevention (CDC).6 De alguna manera, todas las demás variantes de la imagen, tanto artísticas como populares, se derivan de esta.7

El cuerpo del virus emerge de –o flota en—un fondo oscuro, como si se tratara de un retrato ampliado en primer plano. ¿Flotando en el vacío? Solemos representarlo e imaginarlo en “el vacío”, pero un virus no flota ni levita. La epidemiología del virus lo explica en detalle: no está en el vacío, sino que se transmite por un medio particular, como puede ser el aire o el agua. Sin embargo, así se representa porque en la microscopía se trata de mostrar únicamente la estructura del virus quitando el ruido de fondo, es decir, las sales, los restos del medio de cultivo, y los restos celulares, conocidos como “debris celular”, entre otros, que podrían distraer al observador.

La paradoja de tener que visibilizar lo invisible les atañe a los ilustradores científicos expertos que tienen que ocuparse del problema de la forma y de la apariencia del virus para construir su modelo representativo. Así mismo, es un asunto de interés para a la población mundial que sigue familiarizándose con la sorpresiva llegada de un intruso desconocido que no se deja ver. Los modelos 3D representan las estructuras de los virus y otros sistemas a una escala de nanómetros en áreas de microbiología, física y química. Se usan comúnmente en la ciencia como una forma de reconocer y diferenciar las entidades virales, así como para comprender características estructurales y modelar la interacción entre células y virus. Para hacer esto, los ilustradores científicos tienen que traducir las imágenes recogidas con un microscopio electrónico (imágenes en escalas de gris generadas por electrones), y tomar decisiones en términos de selección, color, iluminación y textura, con el objetivo de producir una imagen didáctica para uso tanto de la comunidad científica como de la población general. En este caso particular, se hizo énfasis en las proyecciones que aparecen sobre la superficie del virus y que conforman la corona: cada punta de la corona está compuesta de la glucoproteína viral S (inicial de “spike”, que se traduce espícula) y que se une a la superficie de las células humanas principalmente del tracto respiratorio.

Vale la pena anotar que en la representación científica de Eckert y Higgins se usa un acercamiento fotográfico a la manera de un retrato,8 pero es ante todo la imagen que se construye a partir de múltiples observaciones del virus en el microscopio electrónico y de los modelos computacionales de las proteínas de su superficie. En cierto sentido, la imagen pretende visibilizar no solo la forma y la apariencia del virus, sino que alude al proceso de las interacciones entre virus y células infectadas.

Las glucoproteínas S, y el ARN (ácido ribonucleico, es decir el material genético del virus), tienen en común que son moléculas, y su carga eléctrica está concentrada espacialmente. (Una analogía que suele usarse para explicar este fenómeno es la imagen de frotarse la cabeza con un peine para luego poder levantar con la punta una serie de papelitos.) Cuando las moléculas se disuelven en el agua, pierden o ganan protones y de esto depende el nivel de acidez del agua, lo que conocemos como pH, que no es más que una medida logarítmica,9 que nos da información sobre cuántos protones existen en un medio acuoso. Cuando en la célula inicia la interacción del ARN con el virus, comienza un proceso típico que hacen las cargas eléctricas, y es que lo negativo y lo positivo se atraen, pero si son iguales se repelen; esta es la famosa ley de Coulomb. Hay que tener en cuenta que la célula está en un medio acuoso y ese medio contribuye a que todo se forme y se ensamble contribuyendo a un gran desorden: entre mayor desorden exista, el sistema tiende a estar estable (esta es la segunda ley de la termodinámica). Es así como esa figura del virus se ensambla en un espacio físico de aproximadamente una decima de micrómetro (la milésima de un milímetro, antes llamado micra) que hace que los microscopios nos permitan “verlo”. Si bien no es tan “bonito” como la figura tejida del virus, el lenguaje del arte puede ayudarnos a entender lo que está pasando en un nivel que nos resulta imposible a simple vista.

La imagen antropomorfa del virus responde muy seguramente a una necesidad de apropiación y de domesticación, como una forma de perderle el miedo a lo desconocido y una forma de “ponerle cara” al enemigo y hacer visible lo que nos resulta invisible. El fenómeno de la antropomorfización de la imagen de lo desconocido es un impulso común en la construcción de diversas representaciones a lo largo de la historia. Lo que resulta curioso del caso de la COVID-19 es que, así como hay ejemplos grotescos, como el “Ya llegué” que circuló el día 5 de marzo del 2020, hay otros que se representan como inocentes o que incluso se han convertido en pequeños gifs simpáticos para el celular. ¿Será el resultado de una analogía inconsciente con la textura que se percibe en su representación científica didáctica? Esto, a pesar de que las proyecciones o “coronas”, como pequeñas dagas o chupas, deberían resultar más bien intimidantes, siendo estas además la razón de la pegajosidad del virus.

Este fenómeno del “virus tierno” puede entenderse como un intento colectivo de domesticación a partir de las mismas características del SARS-CoV-19. Los ejemplos perfectos son las versiones tejidas del virus o los “años viejos” que se fabricaron en casas colombianas para cerrar el 2020: en estos casos, se sustituyeron las coronas por botones, hilos y lanas, haciendo de la representación otra especie de peluche. De forma similar, la caricatura del virus cantante recoge la experiencia del año entero, como diciendo “llegué para quedarme”. Darle un cuerpo animado al virus ha servido para comparar experiencias entre diversas pandemias; frente a la antropomorfización de la Peste Negra, por ejemplo, representada en términos iconográficos como la Muerte, el virus de la COVID-19 resulta curiosamente amistoso. Al aprovechar una larga tradición iconográfica de la representación de la Muerte como una personificación, esta imagen enfatiza el temor que aún persiste en nuestro imaginario en torno a la Peste Negra del mediados del siglo XIV, entendida como una de las grandes catástrofes de la humanidad, en la que murieron 200 millones de personas, es decir, alrededor del 40% de la población europea de ese entonces. En una caricatura en la que un grupo de frutas se lanza en contra de COVID-19, resulta que el atacado es en realidad un kiwi: esta es una suerte de estrategia de reconocimiento visual por analogía, recordándonos no solo que no siempre debemos tragar entero lo que vemos, sino que una de las grandes dificultades de combatir al enemigo es precisamente no verlo y no reconocerlo. Más vale entonces conocerlo y, para perder el miedo, darle forma. 

Galería iconográfica 2.

Aplanar la curva: imágenes de lo exponencial

Categoría iconográfica: gráficas exponenciales, curvas, olas, picos, mesetas y valles

 “Aplanar la curva para ayudar al personal médico”. Caricatura circulada por redes, abril de 2020

“Clase de algebra”. Caricatura circulada por redes en abril del 2020.

“La importancia relativa de las cosas”. Caricatura circulada por redes en junio del 2020.

“Gráfica con casos acumulados después del caso 100 en diversos países”. Fuente: FT análisis de Johns Hopkins University, CSSE. Gráfico de John Burn-Murdoch. Publicado en abril del 2020.

“El tiempo dedicado a observar gráficas exponenciales”. Caricatura circulada en abril del 2020.

La nueva gran ola Covid-19”. Ilustración publicada el 27 de octubre de 2020.

 Contexto: Las gráficas que representan el crecimiento exponencial de los infectados por el virus causante de la COVID-19 se “viralizaron” en todo el mundo, acompañadas del imaginario social de los esfuerzos por controlar su crecimiento. En Colombia, “aplanar la curva” fue la frase de moda por varios meses. En inglés, el término “curve” también se refiere a bajar el número. Diversos medios y gobiernos en el mundo siguen hablando de llegar al “pico” o de mantenerse en una “meseta”, como si se tratara de paisajes: escenarios que además variaban según las condiciones socioeconómicas de las naciones y los continentes. Mientras que en América Latina se hablaba de mantenerse en mesetas, en otros países del Norte se veía que la capacidad de “quedarse en casa” era mucho mayor al de países en los que no existen los recursos sociales y gubernamentales para esto; así, las altas mesetas latinoamericanas se asemejaban a la geografía de los países andinos, reflejando su realidad socioeconómica particular.

 Análisis iconográfico:

 El término exponencial se aplica no solo en las ciencias exactas y naturales: en arqueología para saber las fechas aproximadas en que se crearon objetos antiguos; es muy común verlo en las áreas de finanzas, industria y economía para estimar los riesgos de una inversión; en psicología es una función muy conocida que se usa para medir el nivel de aprendizaje en poblaciones grandes, y en la salud para analizar la dinámica de las epidemias (o pandemias, como en el caso de la COVID-19). En las áreas de las ciencias, es el eje central para estudiar cuándo las distribuciones de objetos se comportan de forma “normal”, es decir, que existe una distribución uniforme; a esto se le llama las campanas de Gauss. En resumen, este comportamiento exponencial se puede “ver” en nuestra vida normal.

 El origen de la palabra función se deriva del latín “functio”, lo cual significa función o ejercicio y es sinónimo de “cumplir”. A su vez, el término exponencial viene del latín y se arma de varias partes: “ex” sinónimo de “hacia afuera”, el verbo “ponere” significa poner, “nt” se usa para poner un sufijo y “al” significa relativo. Es decir, es poner hacia afuera algo con respecto a otra cosa. Esta función ya nos dice que, si queremos crecer, debemos crecer respecto a alguna otra cosa. Y según su origen etimológico se puede traducir en “crecimiento que se incrementa cada vez de forma mas rápida”.

 Al pasar a un lenguaje de las ciencias, esa función exponencial se puede reducir a la formula f(x)= ax, donde “a” es lo que se conoce como la base y “x” el exponente. En la microbiología hay ejemplos de células que crecen de esta forma: una célula se convierte en dos, estas en 4, luego en 8, 16... ¿Qué significa eso dentro de la función exponencial? En el caso de la COVID-19, si se parte del supuesto de que 1 persona contagia a 2, entonces la base es 2, y crece exponencialmente. La “x” se usa comúnmente para representar algo que no sabemos qué es, que puede cambiar según el momento y circunstancia; por eso se le llama variable, y es independiente de la base.10 En particular, para el caso de la COVID-19, la “x” significaría el número de personas contagiadas por cada persona.

 En este grupo iconográfico, las gráficas científicas se traducen a un lenguaje popular, mediante recordatorios de que, hasta hace no mucho, seguramente muchas personas no habían tenido la necesidad de recurrir a este lenguaje gráfico en el día a día. Poco a poco, varios se volvieron “expertos” en su lectura, reconociendo la función exponencial y discutiendo de formas “sofisticadas” sobre las predicciones indicadas por el crecimiento exponencial del virus, vislumbrado a través de dichos diagramas, cuya actualización íbamos viendo en vivo de forma constante. Al mismo tiempo, las imágenes resumían la esperanza: si entre todos lográbamos solidariamente bajar la curva, le ayudaríamos a los nuevos héroes, el personal médico, a mantenerse a flote.

 La reutilización de las curvas y su transformación en un lenguaje puramente didáctico, como en estas imágenes, demuestra que las curvas se convirtieron en parte del lenguaje cotidiano y del imaginario cotidiano de la pandemia. Así mismo, la importancia relativa de los objetos y las necesidades de nuestras vidas pre pandémicas se hacía también más evidente con el uso de las curvas como parodia. Así, las curvas exponenciales fueron usadas en múltiples formas durante la pandemia para presentar el incremento de los casos de COVID-19. La expresión “aplanar la curva” fue usada masivamente para intentar explicar la validez de las medidas de confinamiento impuestas, cuya real utilidad fue evitar el colapso de los servicios de atención médica. Es probable que esta situación haya generado expectativas equivocadas sobre el efecto: el público amplio tenía la esperanza de que, al finalizar el confinamiento, podría retomar las actividades normales porque “logramos aplanar la curva”.  

 

Galería iconográfica 3.

La pandemia en contexto: comparaciones y perspectiva histórica

Categoría iconográfica: historia de las pandemias, enfermedades, contraste, perspectiva histórica, comparación

“Coronavirus vs dengue”. Caricatura circulada por redes, abril de 2020

“Discusión entre la Covid-19, la gripa española y la peste negra”. Caricatura circulada en abril de 2020.

“Juana I de Castilla…” Meme circulado por redes en abril de 2020.

 

 

“Ramses…” Meme circulado por redes en abril de 2020.

 

Fotografía de una pareja caminando en la calle durante la Gripa española. Fuente: https://www.history.com/news/pandemics-lessons

“La ciudad alegre y agripada”. Ilustración publicada en Bogotá Cómico el 2 de noviembre de 2018. Fuente: Exposición interactiva del Museo de Bogotá (Colombia) titulada “¡No es la peste! La gripa de 1918 desde el presente.

“Historia de las pandemias”. Infografía de Visual Capitalist. Publicada en marzo de 2020 por primera vez y continuamente actualizada. https://www.peterfisk.com/2020/03/a-history-of-pandemics-from-the-antonine-plague-to-black-death-spanish-flu-and-covid-19-how-disease-has-shaped-society-and-healthcare/

 

 Contexto: Además del uso de las gráficas exponenciales como método comparativo y explicativo para el público general, rápidamente aparecieron otros esquemas gráficos cuyo objetivo era el de contrastar, didácticamente, las diferentes pandemias a través de la historia y sus efectos, como es el caso de la infografía de Visual Capitalist, que se viralizó rápidamente en marzo del 2020 y que sigue actualizándose hasta el día de hoy. De forma paralela, surgieron caricaturas y memes que contrastaban los virus en contextos sociales contemporáneos, y no solo históricos, como por ejemplo la imagen que yuxtapone el virus causante del dengue con el coronavirus causante de la COVID-19.

 Análisis iconográfico:

 Contrastar y comparar la COVID-19 con otros virus y otras pandemias, al mismo tiempo que la población se iba familiarizando con su representación visual, fue una manera didáctica de ofrecerle perspectiva al espectador: por una parte, para hacernos caer en cuenta de que esta no es una experiencia única e invitarnos a reflexionar sobre los paralelos entre nuestro presente y el pasado, incluso con fotografías y caricaturas de la “gripa española” en sitios reconocibles en Bogotá. Algunos esquemas usan técnicas visuales como la perspectiva, para literalmente “poner en perspectiva” a la COVID-19 con respecto a otras pandemias pasadas, como hace la infografía de VisualCapitalist; a pesar de no contrastar los números de muertos con el tamaño poblacional respectivo, resulta útil para dimensionar las diversas pandemias a lo largo de la historia.

 Las imágenes de este grupo iconográfico contextualizan a la pandemia de la COVID-19 no solo en un sentido histórico, como algo menor comparada con la “peste negra” del siglo XIV o en relación con las experiencias del encierro vivido por figuras históricas, por ejemplo, sino también con otros virus contemporáneos que no han sido lo suficientemente atendidos por los medios y el público general. El uso de la imagen en estos casos resulta particularmente eficaz como forma de denunciar nuestro desconocimiento o indiferencia frente al entorno. En la imagen de la comparación con el Dengue, si bien el virus del Dengue es más grande (y por ende representa simbólicamente su impacto mayor), el pequeño “coronavirus” anuncia su importancia mediática. Si por un lado se trataba de una crítica a nuestro propio desconocimiento de otros virus, también parecía estar diciendo que el fenómeno del coronavirus era más mediático que otra cosa.11

 A lo largo de su historia, la humanidad ha registrado la existencia de muchas enfermedades que se propagan por diversos mecanismos; por ejemplo, dengue, zika y chikunguña, que son transmitidos por mosquitos. El mosquito inocula el virus al ser humano y este lo transporta a cortas y largas distancias. Cada vez que un mosquito pica, puede absorber el virus del humano a quien picó y transferirlo a la siguiente persona que pique. Por eso, parte del análisis de esta imagen es sobre la discrepancia entre el virus causante de la COVID-19 y el dengue. No solo el tamaño en proporción es diferente.

 Las imágenes de microscopía muestran que ambos virus son esféricos, sin embargo, el dengue no posee la estructura típica de coronas. El número acumulado de personas infectadas por dengue es de 70 a 100 millones y su mortalidad es del orden de 20.000 anualmente. Sin embargo, para poder contrastar estos números con los de la COVID-19, se requerirá más tiempo para tener los datos suficientes. El dengue está restringido a ciertos países tropicales en donde no se cuenta con tantos recursos como los desplegados e invertidos por países más ricos para controlar al SARS-CoV-2.

 

Galería iconográfica 4.

Máscaras y tapabocas: to be or not to be

Categoría iconográfica: tapabocas, máscaras, moda

 “Recuerde usar mascarilla y alcohol”. Caricatura circulada por redes, abril de 2020.

“Van Gogh y su máscara”. Caricatura circulada por redes, abril de 2020.

“La nueva moda”. Imagen intervenida de un retrato barroco. Circulada por redes en abril de 2020.

“Evolution”. Meme circulado por redes en abril de 2020.

“Por fin volvimos a la normalidad”. Caricatura circulada en mayo de 2020.

“El David de Miguel Ángel con tapabocas”. Imagen intervenida, circulada por redes en abril de 2020.

  Contexto: El debate sobre el uso de tapabocas ha marcado esta pandemia desde su inicio. Al igual que en la “gripa española” de 1918-20, la población general se resistió a este tipo de medidas impuestas. Sea como fuere, en el año 2020 tuvimos que regresar a las medidas adoptadas un siglo antes para combatir la transmisión: después de inicialmente considerarlas innecesarias, la OMS (Organización Mundial de la Salud) tuvo que retractarse, hasta el punto de que, un año más tarde, está recomendado el uso de doble tapabocas para combatir el contagio con las variantes nuevas del virus. Las imágenes que surgieron en torno al debate, además de replantearnos la moda, le apuntan a la normalización de esta nueva condición, a través de todo tipo de mensajes con diferentes grados de humor.

 Análisis iconográfico:

 Además de desatar la producción masiva de los tapabocas y mascarillas (incluyendo varias con estampados de moda y obras de arte), la necesidad de taparnos el rostro tuvo que ser enfrentada a través de diversos chistes visuales: desde aquellos que pronosticaban que este nuevo artefacto llegó a nuestras vidas para quedarse, hasta algunas imágenes ingeniosas que han servido para distensionar el ambiente. Es el caso de la primera imagen de esta serie, en donde, por analogía, la forma del tapabocas se convierte en una copa de vino, con el recordatorio de que el alcohol (con el uso intercambiado de la palabra) también se hace necesario en esta nueva forma de vida. Se buscaron muchas formas de enviar el mensaje, aprovechando también las obras de arte como modelos ejemplares para imitar y adaptarnos a la nueva cotidianidad.

 Al inicio de esta pandemia, la misma OMS mencionó que no era necesario su uso, pero con el paso del tiempo encontraron que sí lo era. Los modelos desarrollados por los científicos para estudiar la dispersión del virus se basaron en el comportamiento de las partículas que están cargadas positivamente y negativamente y que se mueven de manera aleatoria. Es similar a lo que pasa cuando se encierra un gas en un recipiente, o cuando, a nivel más grande, vemos cómo se mueven en bandadas los peces, los insectos, los grupos de murciélagos: todos se mueven de manera aleatoria, pero en conjunto vemos un grupo que se mueve de manera estable.

 Este desorden muy ordenado es también la segunda ley de la termodinámica. Algunos modelos de la física llaman a este conjunto partículas Brownianas activas.12 Este fenómeno está íntimamente ligado con el movimiento aleatorio y con el comportamiento universal que se da en las curvas descritas por las campanas de Gauss. De esa unión, entre la física y la biología, es decir desde una mirada interdisciplinaria, los físicos modelaron a las personas como si fueran partículas y así se ha logrado estudiar la pandemia, tanto en el espacio como en el tiempo.

 Al tener la información proporcionada por médicos y microbiólogos, con respecto a la velocidad con la que se mueve el virus y cómo estas partículas se difunden en el espacio, sobre todo en espacios cerrados, donde la densidad de partículas (personas) es importante, los físicos lograron determinar cómo se comporta la curva de contagio. Es decir, estamos hablando de nuevo de aquella curva exponencial. Estas partículas interactúan de una forma en que no se tocan; se evitan, como los negativos evitan a los negativos (Ley de Coulomb), pero se mueven como los enjambres de insectos, a velocidad constante, como si estuvieran persiguiendo un objetivo. De esta forma, se logra estimar lo que ahora discuten en los noticieros sobre las densidades de aforo, el radio de contagio y los tiempos sobre los cuales se puede propagar el virus.

 Por lo tanto, para que el radio de contagio se vea disminuido usamos las mascarillas (tapabocas). Al tener personas sanas usándolas, podríamos aumentar la densidad de partículas (personas) en un espacio. Si, además del tapabocas, logramos tener una distancia mayor a ese radio de contagio, podemos evitar la propagación.

 También el espacio que existe entra los tejidos del tapabocas ayuda a disminuir la posibilidad de que el virus se propague. Si se lograra controlar el radio de contagio, entonces se podría calcular cuanto debería ser el aforo en sitios cerrados. Este es otro ejemplo que muestra que el trabajo interdisciplinario, no solo entre las ciencias, sino con profesionales de la medicina y del arte puede llevar a una nueva forma de pensar y transmitir la información, para que podamos controlar y vivir con el virus. Sin duda, las representaciones imágenes de figuras reconocibles como Vincent van Gogh usando tapabocas, a pesar de que se la ha caído el tapabocas por no tener oreja, ayudan a que se entienda por qué debemos usar el tapabocas, sin necesidad de entrar en tecnicismos y detalles de cálculos y observaciones científicas del virus.

Galería iconográfica 5.

Información y desinformación: representar el nivel de conocimiento

Categoría iconográfica: posverdad, datos, teorías de conspiración

 “Datos y conspiración”. Caricatura circulada por redes, abril de 2020.

“Ciencia de la Covid-19 vs Ciencia del cambio climático”. Caricatura circulada por redes, abril de 2020.“Era antibacterial, no cloro”. Meme circulado por redes en mayo de 2020.

“Inmunidad de rebaño”. Caricatura circulada en marzo de 2020.

“Comforting lies, pleasant untruths”. Caricatura circulada probablemente antes de la pandemia y luego aplicada al contexto particular.

 Contexto: Así como las imágenes han servido para transferir conocimientos complejos de forma didáctica, también han cumplido un rol significativo para hacernos caer en cuenta de las falacias, la falta de información y perspectiva, el contraste entre verdad y falsedad. En tiempos de la posverdad, el poder de la imagen para revelar información con respaldo científico se ha hecho incluso más urgente.

 Análisis iconográfico:

 Al valerse del lenguaje sintético de la caricatura, la primera imagen de este grupo retoma los juegos de “conectar los puntos” para explica de forma eficaz y didáctica la manera problemática en la que se puede llegar a construir el conocimiento. Muestra cómo, con los mismos datos, se puede llegar a conclusiones radicalmente distintas, porque la clave es la forma en que se conectan esos datos. Leída secuencialmente, la imagen parece estar diciendo que todos partimos de los mismos datos crudos (“raw data”) y la clave está en cómo conectamos esos puntos.

 De forma más particular, muestra cómo la base de cualquier asociación son los datos crudos: en un principio, la manera en que los seleccionamos nos provee una cierta información de base, a partir de la cual se construye el conocimiento. Si no se sigue un procedimiento sistemático, con base en el conocimiento adquirido y el método adecuado, se puede caer en una interpretación errada, hasta llegar al punto de construir teorías sin base científica alguna. La figura final, el unicornio, resulta particularmente atractiva para subrayar el cuidado que se debe tener para seguir los pasos adecuados en la construcción del conocimiento, pues de otra manera se puede caer en la fantasía.

 Diversos memes que han surgido durante la pandemia refuerzan esto mismo, recordando al mismo tiempo el peligro del uso inadecuado de la información, como por ejemplo el mensaje confuso de figuras públicas, como el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ¡sobre la ingestión de cloro para batallar el virus! Sin embargo, algunos gobiernos y sus investigadores han invertido grandes recursos, tiempo y esfuerzo para formular y responder preguntas de la manera más rigurosa posible, usando el marco del método científico. En esto, las redes sociales tienen un papel importante, dada su universalidad y facilidad en acceso.

 Por otra parte, la responsabilidad es personal, de cada usuario de la red que divulga información sin conocer su procedencia, veracidad y real intención. Las teorías conspirativas ejemplifican cómo pueden generarse consensos sobre bases mal informadas.13 Hasta el uso de la palabra “teoría” es equivocado, ya que las teorías científicas son las bases más sólidas del conocimiento; las teorías son aquellas hipótesis que a través del tiempo han sido evaluadas, sometidas a prueba una y otra vez, y que se han sostenido incólumes frente a todos los intentos de falsearlas. Ejemplos son la teoría de la gravitación universal y la teoría de la evolución. Como cuenta la fábula de los tres filtros de Sócrates: antes de divulgar información, pasémosla por el filtro de la verdad (¿es cierto?), el de la bondad (¿es bueno contarlo?) y el de la necesidad (¿es necesario contarlo?), con la rigurosidad necesaria en la verificación inicial sobre su veracidad.

 

Galería iconográfica 6.

Cambio de perspectiva: vivir del lado de los animales

Categoría iconográfica: animales, el otro, empatía

 

“No es fácil, ¿cierto?” Caricatura circulada por redes, abril de 2020

“Es por tu propio bien…” Caricatura circulada por redes en diversas lenguas, abril de 2020.

“¡Quiubo! ¿Siguen bravos?”. Meme circulado por redes en Colombia en abril de 2020.

“Mira mamá, ¡un humano!”. Caricatura circulada por redes en abril de 2020.

“Espero que el 2021 sea mejor que el 2020”. #121 Heybuddycomics.com

Contexto:

Si bien los animales siempre han sido objeto de estudio del arte y de la cultura visual, la forma vertiginosa en que en esta pandemia empezaron a aparecer imágenes invirtiendo el lugar entre humanos y animales indica no solo una comprensión (a medias) del causante de la COVID-19, como se ilustra en la imagen del murciélago que saluda “¡Quiubo! ¿Siguen bravos?”, sino una nueva consciencia sobre la responsabilidad humana en esta pandemia y en su relación con la naturaleza.

 Análisis iconográfico:

Cambiar de perspectiva o invertir el lugar con otro es una de las estrategias retóricas de la imagen en general: la capacidad de generar empatía o de conectarse con el espectador han sido siempre asuntos centrales para los creadores visuales. En este caso, de forma muy sencilla pero poderosa, se invierten los roles entre los humanos y sus mascotas: resulta particularmente cómica la imagen del ser humano con un objeto alrededor de su cabeza, como los cuellos “isabelinos” que se les ponen a los perros para que no se rasquen cuando tienen una herida. Casi complacido, el animal le reitera el mensaje que siempre le hemos dado a los perros sobre su comportamiento. De manera similar, aparecen una multiplicidad de imágenes en las que los humanos son quienes están detrás de las rejas o no los dejan salir. Pero el otro lado de la moneda, en un grupo de imágenes que ha salido a la luz más recientemente, al finalizar un primer año de pandemia, es el de los perros que se alegran de tener a sus amos en casa. 

 Las evidencias son claras y recurrentes: si continuamos destruyendo las selvas, bosques y demás entornos naturales, generaremos de manera cada más frecuente epidemias y pandemias.14 Esto sin olvidar que ponemos en peligro la sostenibilidad de la vida en todo el planeta. Las imágenes que nos sitúan en esa otra perspectiva, del lado de la “naturaleza”, desde la conciencia de los animales más cercanos a nosotros, los animales domésticos, son de alguna manera un llamado a comprender la diversidad biológica, y hacer conciencia acerca de que somos una especie más en la tierra, con mayor responsabilidad por las capacidades que tenemos para modificar nuestro entorno y las habilidades de análisis y de previsión de las consecuencias de nuestras acciones.

 Así, la inversión de roles o animación que le dan varios memes y caricaturas a los animales en pandemia sirven para subrayar esto mismo. Si, por un lado, la imagen del murciélago “culpable” que nos habla nos recuerdan el origen aparente de la pandemia, vale la pena recordar que en realidad la culpa asociada al murciélago es nuestra, puesto que somos los humanos quienes los hemos desplazado de su hábitat natural. Al mismo tiempo, es importante aclarar que el murciélago es apenas uno de los transmisores intermedios del virus y que, en la historia de las pandemias, tanto humanos como animales, en sus interacciones, se han transmitido los virus en múltiples direcciones. Por esta razón, la iniciativa “One Health” de la OMS resume la idea de que la salud humana, la salud animal y la del medio ambiente son interdependientes.

 

Conclusiones

 El diálogo entre artes y ciencias a partir de la imagen como fuente de conocimiento puede llevarnos a resultados inesperados, pero sobre todo a desarrollar una mirada más aguda y consciente en torno al lenguaje de las imágenes. Los temas explorados en este artículo dan cuenta de cómo, al aproximarse a las imágenes desde diversos ángulos, tanto desde las ciencias como desde las artes y la cultura visual, podemos extraer nuevas relaciones y conexiones entre ellas.

 En primer lugar, queda claro que los memes no son solo diversión, sino un poderoso llamado a la reflexión, o incluso a la acción, como se puede ver en el paralelo entre el virus (viral) y el meme (igualmente viral). El recurso de antropomorfizar para familiarizarse con lo desconocido y lo invisible refleja tanto una forma ancestral de representación como una necesidad de comunicar los hallazgos científicos. Así mismo, las gráficas sirven para visualizar conceptos invisibles, y las intervenciones artísticas las hacen más amables para el no especialista.

 Por otra parte, la perspectiva histórica permite comprender y diferenciar las reacciones humanas frente a una pandemia. En un sentido similar, una comunicación clara de conceptos y datos científicos en términos visuales, en particular con imágenes que se producen y multiplican desde abajo hacia arriba, puede surtir un efecto tanto en el público como en quienes tienen que tomar decisiones determinantes sobre la salud pública. Finalmente, la cultura visual de la pandemia sirvió para informar, acompañar y ayudar a sobrellevar las emociones en estos tiempos turbulentos.

 Referencias

[1] Este artículo está enmarcado dentro del proyecto “Retos: artes y ciencias para la transformación social” de la Vicerrectoría de Investigación y Creación (2021) como una búsqueda conjunta de formas creativas e innovadoras de responder a problemas actuales de índole social. Agradecemos muy especialmente a los pares evaluadores de este artículo por sus valiosas sugerencias e ideas.

[2] Como lo propone la reciente editorial “Collaborations with artists go beyond communicating the science”, de Nature vol.590 (18.02.21), p.525, la relación entre artes y ciencias no es solo cuestión de comunicar o traducir la ciencia, sino de establecer una sinergia para llegar a propuestas verdaderamente innovadoras. 

[3] El término “meme” fue introducido por Richard Dawkins en The Selfish Gene (1976) por analogia con los genes biológicos, con su habilidad para replicarse y transmitirse. Ver: https://www.britannica.com/topic/meme 

[4] Sobre las imágenes como fuente histórica, ver Peter Burke, Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico (Barcelona: Crítica, 2001). En particular, sobre la cultura visual y la experiencia visual como fuente de estudio para la historia de la ciencia, ver Martin Kemp, Seen/Unseen: Art, Science, and Intuition from Leonardo the the Hubble Space Telescope (Oxford: Oxford University Press, 2006). Los estudios sobre cultura visual de los últimos años se han dedicado también a demostrar las amplias conexiones entre artes y ciencias a partir del uso de imágenes como fuentes de conocimiento; ver James Elkins, Visual Studies: A Skeptical Introduction (Routledge, 2003). Nótese cómo existe un amplio registro de la pandemia de 1918-20 (la “gripa española”) gracias a las fotografías en blanco y negro que se han convertido recientemente en fuentes de información para artículos de divulgación, como puede verse en las series visuales publicadas por History.com (ver como ejemplo, el uso de imágenes para demostrar las resistencias que hubo con respecto al uso de tapabocas en ese entonces: https://www.history.com/news/1918-spanish-flu-mask-wearing-resistance) o en la exposición virtual hecha por el Museo de Bogotá en marzo del 2020 sobre esto mismo a través de caricaturas y otras fuentes gráficas producidas en Colombia en ese entonces: https://idpc.gov.co/no-es-la-peste-la-gripa-de-1918-desde-el-presente/. Si bien existen algunos artículos recientes que se han ocupado de la imagen del virus SARS-CoV-2, no existe un estudio igualmente comprehensivo sobre las imágenes de la pandemia del 2020-2021. Ver por ejemplo Julia Sonnevend, “The virus as an icon: the 2020 pandemic in images,” American Journal of Cultural Sociology 8 (2020): 451–461.

[5] Sobre la escuela iconográfica en la historia del arte, ver Willem F. Lash, "Iconography and Iconology." Grove Art Online. 2003 (acceso 9 de marzo, 2021) https://www.oxfordartonline.com/groveart/view/10.1093/gao/9781884446054.001.0001/oao-9781884446054-e-7000039803

[6] Sobre la producción del modelo 3D del SARS-CoV-2 (Covid 19) véase Chiara Giaimo, “The Spiky Blob Seen Around the World,” New York Times (1 de abril de 2020; actualizado el 9 de octubre de 2020), así como Robert Roy Britt, “What the Coronavirus Image You’ve Seen a Million Times Really Shows,” Elemental (13 de mayo de 2020).

[7] Ver Colette Gaiter, “Visualizing the Virus,” The Conversation (9 de abril de 2020).

[8] Denominado como “beauty shot”, sus características son discutidas en Chiara Giaimo, “The Spiky Blob Seen Around the World,” New York Times (1 de abril de 2020; actualizado el 9 de octubre de 2020)

[9] Una medida logarítmica se refiere a las veces que tenemos que multiplicar el mismo numero para obtener otro. Por ejemplo: 2 x 2 x 2 = 8. Así, tenemos que multiplicar el 2 tres veces para obtener el 8. Por lo tanto, el logaritmo de 8 en base 2 es 3.  

[10] Existen experimentos “teóricos” que ayudan a entender este concepto y que cualquier persona puede hacer en su casa. Si usted arranca una hoja de papel y la dobla sobre si misma 50 veces, ¿a que altura se llegaría?, ¿podría se a la altura de un naipe?, ¿a la altura de una mesa?, ¿a la altura de la torre Colpatria? La respuesta es inesperada: crece igual o muy similar a la distancia que hay entre venus y el sol (¡mas o menos unos 108 millones de kilómetros! No olvidemos que la distancia entre la tierra y el solo son aproximadamente 150 millones de Km. Algunas imágenes usan los planetas como una imagen para comparar el tamaño del SARS-CoV-2 con respecto a otros virus. Estas imágenes dejan en nuestras mentes algo que en la ciencia es fundamental. Cuando uno habla de algo grande, ¿es algo grande con respecto a que? Sin entrar en los detalles, algo que parece pequeño, si se manipula, se puede volver grande muy rápidamente, es decir crece exponencialmente. Esto sucede con el virus. Si una persona infecta a dos, la base es 2. Es decir, f(x)=ax es f(x)=2x. Si x es la variable y vale 2, entonces f(2)=22, es decir 4: f(3)=23 es decir 8 f(4)=24 es decir 16. Si seguimos así, cualquier aumento de uno en uno en x, nos lleva a números cada vez mas grandes. Por ejemplo, f(30)=230 y eso nos da 1.073.741.824, ¡ósea casi un billón! Si la producción de alimentos se optimizara, podríamos crecer exponencialmente, ya que cada valor producido se duplica con el anterior. En resumen, es un crecimiento muy agresivo.

[11] Esta imagen, por supuesto, salió al comienzo de la pandemia en marzo del 2020, y así como la infografía de VisualCapitalist se tuvo que ir actualizando, habría que ver cómo este contraste entre el Dengue y la COVID-19 podría verse ahora mismo.   

[12] Al usar estos modelos que provienen del movimiento browniano, se está haciendo honor al biólogo y botánico James Brown, quien observó en el microscopio cómo se movían las partículas de polen en un líquido, pero nunca supo por qué lo hacían. Esta observación fue realizada en 1827 y casi 80 años después Albert Einstein explicó el por qué sucedía esto.

[13] Ver Roland Imhoff, “Want to feel unique? Believe in the reptile people,” Aeon (16 de abril, 2018). Disponible en https://aeon.co/ideas/want-to-feel-unique-believe-in-the-reptile-people (consultado 23.05.21).

[14] Katarina Zimmer, “Deforestation is leading to more infectious diseases in humans”, National Geographic (22 de noviembre de 2019). Disponible en: https://www.nationalgeographic.com/science/article/deforestation-leading-to-more-infectious-diseases-in-humans (consultado 23.05.21). Olivero, J., Fa, J.E., Real, R. et al., “Recent loss of closed forests is associated with Ebola virus disease outbreaks”, Scientific Reports 7, 14291 (2017). DOI:10.1038/s41598-017-14727-9. Disponible en: https://www.nature.com/articles/s41598-017-14727-9 (consultado 23.05.21).